Hoy el mundo pierde un pastor, pero el cielo gana un alma que amó incansablemente.
Papa Francisco, sembraste el Evangelio con tus gestos, rompiste muros con tu cercanía y nos mostraste que la ternura también puede cambiar la historia.
No solo fuiste Papa, fuiste padre, hermano y amigo de los que más sufren.
¡Descansa en la paz del Resucitado!
Hemos conocido en la persona del Papa Francisco un hijo de Dios comprometido con la Iglesia a la que sirvió como Vicario de Cristo, y comprometido con la humanidad, por su defensa en favor de los que, como él decía, se encontraban en las periferias existenciales.
Además, lo reconocemos por la particular atención que puso y nos compartió, en la obra de la Creación, la casa común de todos los que la habitamos.
Con su testimonio y doctrina marcados por la misericordia, se acercó con amor a creyentes y no creyentes.
Con mucha tristeza en el corazón, pero con una gran esperanza de que ya está gozando de la resurrección del Señor en esta Pascua, despedimos de este mundo al Santo Padre Francisco y pedimos a Dios que acompañe a la comunidad de los discípulos de Cristo, con su consuelo y fortaleza.
Cardenal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara
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