Por P. Fernando Pascual
Alguien rezó por un tiempo en la banca de la parroquia. Una vela había acompañado esos momentos ante el Sagrario. Por descuido, la vela había quedado encendida y provocó un incendio.
Causa pena constatar que uno fue la causa de ese incendio. Con un poco de atención, con menos prisas, con más prudencia, la vela habría quedado apagada y se habría evitado ese desastre.
Pero pasó lo que pasó, y las heridas están ahí. Heridas en la parroquia, que tuvo que invertir mucho dinero para los arreglos. Heridas en el “culpable”, que por descuido provocó aquellas llamas.
No todos los errores son tan dramáticos, pero normalmente errores “pequeños” dejan también sus heridas. Uno se siente torpe, incluso se desanima un poco, si perdió media hora buscando unas llaves por no haberlas guardado en su sitio.
Tras lo ocurrido, las reacciones son muchas. Unos sienten rabia y condenan al imprudente que causó el incendio. Otros protestan porque no había un buen sistema de alarma. Otros se lamentan por tener que pagar las consecuencias (y los arreglos) que habrían sido perfectamente evitables.
Sin embargo, reaccionar de modo equivocado ante los errores no arregla nada y aumenta los daños, sobre todo si el “culpable” se deja abatir ante lo ocurrido, o si otras personas toman actitudes de rabia desproporcionada contra esa persona.
Lo importante es no quedar aprisionado por lo ocurrido. Ya pasó el incendio: no podemos hacer nada por cambiar el pasado. Lo que sí podemos hacer es arrimar el hombro, ayudar en la reconstrucción, acercarnos a quien provocó el daño, y vivir serenos ante los continuos imprevistos de la vida.
Las heridas, ciertamente, necesitan algo de tiempo para ser curadas. Con paciencia, con humildad, y con el apoyo de tanta gente buena, quien cometió un fallo afrontará sus responsabilidades serenamente.
Sobre todo, esa persona se abrirá al consuelo más íntimo, el de Dios que es Padre bueno, que no lleva cuentas de nuestros errores, sino que nos invita a confiar en su misericordia y en su cariño eterno.
Imagen de Arifur Rahman Tushar en Pixabay