Por Cecilia Galatolo
“Cultura de la cancelación”: esta expresión se refiere a la moda cultural de censurar, eliminar, boicotear a alguien, o un contenido, que se aleja de los valores retenidos como compartidos en una determinada sociedad. Los cuentos de hadas, incluso los clásicos que todos conocemos no están exentos de esta operación de “cancelación/borrado”. Aquí, sin embargo, nos gustaría ofrecer una alternativa al boicot: entablar un diálogo con el pasado.
El boicot a los cuentos para eliminar los “estereotipos”
A menudo, en los cuentos de hadas que vieron la luz en una época distinta a la actual, encontramos mensajes y significados que pueden parecer distantes, por no decir opuestos, a los que se consideran fundamentales para una sociedad civilizada que tenga en cuenta la igualdad de derechos de mujeres y hombres.
Pensemos en la Cenicienta, explotada por su madrastra, que para “salvarse” se casa con el príncipe. Cualquiera con la estructura mental actual, podría decir que la fábula debería proponer un mensaje diferente: la chica debería haberse librado de esa esclavitud independientemente de un eventual matrimonio.
Pensemos en Aurora, que, en “La Bella durmiente”, es apartada de su familia cuando era niña para escapar de los malvados hechizos de la bruja: esto sería abandon o infantil.
Sin embargo, en estos cuentos fechados contienen arquetipos y verdades universales sobre las que podemos reflexionar. Pensemos, por ejemplo, en la idea de que el amor es más fuerte que el mal, que la esperanza se ve recompensada si uno permanece en el bien y que la unión hace la fuerza, sobre todo en los momentos difíciles.
Por ejemplo, el matrimonio entre Cenicienta y el príncipe puede representar para todos la redención de quien tiene la humildad de no responder al mal con más mal.
El abandono de Aurora, que no es suficiente para evitar un accidente anunciado, nos recuerda que la vida es frágil y está sometida a pruebas: no podemos evitarlas todas, pero si tenemos fe, siempre podremos sacar algo bueno de ellas.
Aceptando que hay “aspectos contingentes” en los cuentos, podremos, por lo tanto, conocerlos y entrar en diálogo con ellos.
Utilizar los cuentos más conocidos para agudizar el espíritu crítico
Los cuentos de hadas también pueden convertirse en una herramienta para agudizar el espíritu crítico. Pongamos como ejemplo una representación cinematográfica de 1937, Blancanieves, basada en un conocido cuento.
La película de Disney es hoy boicoteada, sobre todo por algunos movimientos feministas, defendiendo que no sería conveniente mostrar una mujer que llega a una casa habitada por hombres (los enanitos) y lo primero que hace es tomar la escoba. Tampoco sería sano mostrar un “beso no consentido” entre el príncipe y la futura princesa: Blancanieves, de hecho, duerme a la espera de un beso de amor verdadero que pueda romper el hechizo. Como se ha dicho, los motivos que están detrás de la “cultura de la cancelación” pueden ser comprensibles. Sin embargo, intentemos cambiar la mentalidad. En lugar de eliminar a Blancanieves, “hablemos con Blancanieves”.
Podría ser interesante preguntarnos qué falta en la relación entre el príncipe y Blancanieves y verbalizar lo que no nos convence. También podríamos empatizar y preguntarnos si -y de qué manera- somos capaces de profundizar y de conocernos a nosotros mismos en las relaciones. Al preguntarnos qué deberían hacer Blancanieves y el príncipe para entregarse el uno al otro, reflexionamos sobre nosotros mismos, sobre qué tendrían que hacer dos personas en una relación real.
Y después, yendo más allá del propio cuento, buscamos los llamados arquetipos. ¿Qué representa ese beso que parece despertar a Blancanieves más de la muerte que de un sueño? Tal vez podamos entenderlo como un signo de esperanza, de la espera de resurrección, que libere a la humanidad entera de la condición mortal.
Transformar el final en el principio
Si somos educadores, profesores, si tenemos la responsabilidad de transmitir los valores en el ámbito de la afectividad, podríamos hacer un ejercicio con los jóvenes: organizar cine fórums, a partir de cuentos de hadas conocidos, y luego crear talleres.
A menudo se dice que la vida no es como los cuentos de hadas. Detrás de este eslogan hay una herida, una decepción, hay una vida que tantas veces nos ha mostrado su lado más duro. Son muchas las relaciones que, aunque parecen contener una promesa de eternidad, terminan de forma dolorosa. Sin entrar en las heridas personales de nadie (que normalmente no se quieren contar) se puede utilizar la mediación de la historia para ayudar sobre todo a los jóvenes a darse cuenta de cuáles son los comportamientos que llevan al fin de una relación y cuáles son los “herramientas” que permiten amarse no obstante la erosión del tiempo.
Publicado en www.familyandmedia.eu
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 11 de mayo de 2025 No. 1557