Por P. Fernando Pascual

No resulta fácil convivir con los defectos e imperfecciones, de nosotros mismos y de los demás.

Uno deja las cosas fuera de sitio. Otro llega siempre tarde a las reuniones. Aquel promete lo que luego no suele cumplir.

Los defectos crean desconcierto, incluso rabia. Nos gustaría un mundo más lineal, con personas educadas y de palabra, con menos daños y más precisión.

Pero nuestro mundo está lleno de imperfecciones, algunas, por desgracia, causadas por comportamientos culpables: negligencias, venganzas, incluso “sabotajes” en familia o en sociedad.

Frente a los defectos, hay quienes se desaniman. Si son los defectos que uno tiene, porque parece casi imposible poder erradicarlos. Si son los defectos de otros, por lo mucho que nos molestan y por los problemas que luego hay que resolver.

Otros intentan contrarrestar esos defectos. Si son de uno mismo, a través de un esfuerzo continuo para erradicar un mal hábito y para mejorar virtudes importantes. Si son de quienes están a nuestro lado, a través de una corrección oportuna y respetuosa, de forma que alguien (así lo esperamos) empiece un camino de mejoría.

Cuando los defectos parecen cristalizados y no hay, en el horizonte, perspectivas de mejoras, hay que armarse de paciencia y convivir, serenamente, con los daños que puedan provocarnos.

Desde luego, no se trata de caer en una resignación derrotista: muchas cosas pueden mejorar con un poco de esfuerzo por parte de todos. Pero si las mejoras no llegan, es inútil desanimarnos o actuar con dureza ante quien no da señales de cambio.

Una de las obras de misericordia consiste, precisamente, en soportar con paciencia los defectos del prójimo. Podremos así vivir con más paz interior y abiertos al perdón.

Confiaremos, entonces, en Dios, que a todos nos invita a la conversión, y que da tiempo a los pecadores para que podamos cambiar de vida y descubrir el horizonte maravilloso que permite mejorar gracias a la ayuda divina y a la comprensión y apoyo de los hermanos.

 
Imagen de Buono Del Tesoro en Pixabay


 

Por favor, síguenos y comparte: