Por Miriam Apolinar
Cuernavaca, Morelos. — “¡Basta ya de tanta violencia, basta ya de tanta sangre derramada, basta ya de tanta iniquidad, de tanta ineficiencia gubernamental, de tanta impunidad y de tanta indiferencia!” fue el contundente llamado de Mons. Ramón Castro, obispo de Cuernavaca y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), durante la onceava Caminata por la Paz, realizada el pasado sábado 24 de mayo en el marco de la fiesta de María Auxiliadora.
Más de 20 mil personas vestidas de blanco, entre ellas sacerdotes, religiosas, seminaristas, fieles laicos, miembros de 120 parroquias, colegios, grupos apostólicos y asociaciones civiles, marcharon rumbo a la Catedral de Cuernavaca para exigir el fin de la violencia, la inseguridad y la impunidad que golpean a Morelos y a todo México.
Un llamado firme contra la impunidad
Durante su mensaje, Mons. Castro denunció con fuerza la infiltración del crimen organizado en la vida pública, la corrupción estructural, la trata de personas, el cobro de piso y el narcotráfico. Lamentó que haya funcionarios que deban pedir permiso al crimen para realizar tareas básicas como pavimentar calles, instalar alumbrado o llevar a cabo eventos culturales.
“Nos duele profundamente toda esta sangre derramada”, dijo visiblemente conmovido, evocando el caso de los hermanos Reyes, asesinados hace cuatro años, y el sufrimiento constante de las madres buscadoras. “No es justo vivir en el temor y la desconfianza”, afirmó, subrayando que la violencia afecta a todos, directa o indirectamente.
“No nos vendan narrativas falsas”
En un mensaje dirigido a las autoridades, el obispo fue categórico: “Como pastor de esta Iglesia que peregrina en Morelos, que escucha y hace suyo el clamor de los más vulnerables, les suplico que emprendan acciones concretas. Más que los millones gastados cada año en promesas de una paz que no llega… ¡Sean concretos! A los gobiernos municipales, estatales y federales les pido: no nos vendan narrativas falsas, porque generan esperanzas sin fundamento. Enfóquense en resultados reales, a mediano y largo plazo, o México se perderá”.
El clamor de un pueblo que no se resigna
Mons. Castro dirigió también un mensaje de solidaridad a las madres buscadoras, periodistas amenazados, defensores de derechos humanos, jóvenes reclutados por el crimen y a todos los que luchan por la paz. Con voz firme, lanzó una pregunta al pueblo de México: “¿Dónde está la ciudadanía, la Iglesia, la iniciativa privada, los intelectuales? ¿Por qué parece que los malos se salen con la suya, si son pocos?”. Inspirado en una frase de San Agustín —“La paz es la tranquilidad que gratifica cuando todas las cosas están en su sitio”—, el obispo señaló que en México muchas cosas están fuera de lugar, y esa es la raíz de la violencia que vivimos.
La esperanza no muere
A pesar de la crudeza del panorama, Mons. Castro concluyó su mensaje con palabras de esperanza y consuelo cristiano: “Estamos aquí para mantener viva la esperanza que nunca muere. Jesús nos invita: ‘vengan a mí los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré’. Que nuestra oración y nuestro caminar sean una luz en medio de tanta oscuridad. Pidamos el auxilio de María Auxiliadora”.
Antes de concluir, elevó una oración por los desaparecidos, por quienes han perdido a un ser querido, por los cautivos, por los jóvenes en riesgo y por todos los que trabajan por la paz: “Abrazamos a todos los que han sufrido. No están solos”.
Una marcha que es oración, protesta y compromiso
Como cada año, la Diócesis reiteró que esta Caminata por la Paz es apartidista y está abierta a todas las personas que deseen construir la paz desde la voluntad y la fe, sin distinción política. La movilización, que ya se ha vuelto un acto simbólico anual, recuerda la necesidad urgente de reconstruir el tejido social y exige a las autoridades que actúen con justicia, memoria y verdad ante la incapacidad de contener la violencia en el país.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 8 de junio de 2025 No. 1561