Por P. Fernando Pascual
Podemos imaginar cómo actuaría un gobierno corrupto, allí donde exista, en un país que tuviera espacios para el pluralismo político.
Ese gobierno corrupto (imaginario) buscaría ocupar los principales órganos de poder e instituciones con miembros de su partido o personas afines. En concreto, los organismos de información pública, el poder judicial, los mandos de algunos cuerpos de seguridad (policía y ejército).
Ese gobierno corrupto reaccionaría ante cualquier denuncia o crítica sobre su corrupción con estrategias más o menos sencillas: la gente nos ha votado, estamos legitimados, los corruptos son los opositores, las denuncias son “fake news”, los acusadores vienen de la extrema derecha (o de la extrema izquierda, según sea el color de los gobernantes).
Ese gobierno corrupto marginaría las voces independientes que lo denuncien en redes sociales acusando a los “influencers” de ser ellos los corruptos, de estar al servicio de una oposición deshonesta. Invitaría, además, a limpiar de fango y de mentiras el mundo digital, con mecanismos de censura, control y denuncias para acallar a los que pudieran destapar sus escándalos.
Ese gobierno corrupto fomentaría en la gente el miedo de que los acusadores buscan el poder, para llegar a una situación donde dominen los “fascistas” (si el gobierno corrupto es de izquierdas acusaría de fascistas a los opositores) o los “comunistas” (si el gobierno corrupto es de derechas levantaría el miedo de que “vienen los rojos”).
Ese gobierno corrupto ensalzaría a sus líderes como promotores del bienestar público. Si los datos hablan de crisis, explicarían que es culpa de la oposición (por no colaborar, o por lo que mucho que hizo mal cuando estuvo antes en el gobierno) o de situaciones internacionales que no serían responsabilidad de ese gobierno.
Ese gobierno corrupto usaría estrategias para proteger los delitos de sus componentes, sea denigrando a los acusadores, sea descalificando a jueces que empiecen a investigar lo que está pasando, sea silenciando en la prensa cualquier acusación incómoda y verdadera.
Por desgracia, resulta fácil imaginar lo que puede hacer un gobierno corrupto, porque es algo que ha ocurrido en el pasado, y es muy posible que sea realidad en algunos Estados de nuestros días.
Lo que no resulta fácil es encontrar a algún miembro de gobiernos corruptos que tenga la honradez suficiente que le permita declarar lo que están haciendo sus compañeros, incluso de autodenunciarse, para que la gente abra los ojos a la verdad y pueda conocer el enorme daño que provoca en todo Estado un gobierno corrupto.
Aunque parezca difícil, es de esperar que haya hombres y mujeres valientes, que den un paso hacia adelante para denunciar lo que está mal. De este modo, la sociedad castigará a quienes la han dañado con su corrupción. Y será posible que el Estado cuente con gobernantes honestos y dedicados por entero al bien común.
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