Si algún día llego a tener demencia, me gustaría que esta lista estuviera colgada en la pared del lugar donde viva. Quiero que me recuerden así y que tengan presente estas cosas:
Cada vez que entres en la habitación, por favor anúnciate:
“Hola papá , soy Margaret.”
Nunca me preguntes: ”¿Sabes quién soy?” Eso me puede causar angustia.
Si llego a tener demencia, quiero que mis amigos y mi familia abracen y respeten mi realidad, aunque no coincida con la suya.
Si creo que mi pareja sigue viva, o si pienso que vamos a cenar con mis padres, déjenme creerlo. Mi corazón será más feliz así.
No discutan conmigo sobre lo que es verdad para mí y lo que es verdad para ustedes.
Si no reconozco quién eres, por favor no te lo tomes personal. En mi mente, los tiempos pueden estar revueltos.
Si ya no puedo usar cubiertos, no me alimentes de inmediato. Mejor, ayúdame con alimentos que pueda tomar con las manos, para que yo intente seguir comiendo solo.
Si me siento triste o ansioso por favor, tómame de la mano, acompáñame y escúchame. No me digas que no debería sentirme así.
No me trates como a un niño. Sigue hablándome como el adulto que soy.
Ayúdame a seguir disfrutando lo que siempre me ha hecho feliz. Acompáñame a caminar, a leer, a escuchar música o a estar con amigos.
Pídeme que te cuente historias de mi vida. Quizá todavía recuerde algunas.
Si me ves alterado o molesto, tómate el tiempo de descubrir qué me está incomodando.
Trátame como te gustaría que te traten a ti si estuvieras en mi lugar.
Asegúrate de que siempre haya bocadillos disponibles. Incluso ahora, si no como, me pongo de mal humor, y cuando tenga demencia quizá no sepa pedir lo que necesito.
No hables de mí como si no estuviera en la habitación.
No te sientas culpable si no puedes cuidarme todo el tiempo. Has hecho lo mejor posible. Busca apoyo, o encuentra un lugar hermoso donde pueda estar bien cuidado.
Si vivo en un lugar especializado en cuidado para personas con demencia, por favor visítame con frecuencia.
Si confundo nombres, lugares o fechas, por favor no te frustres. Respira hondo. No es mi culpa.
Asegúrate de que siempre pueda escuchar mi música favorita cerca de mí.
Si me ves tomando objetos y llevándolos conmigo, ayúdame a regresarlos a su lugar sin hacerme sentir mal.
No me excluyas de las fiestas ni de las reuniones familiares. Recuerda que aún me encanta recibir abrazos, caricias o apretones de mano. Sobre todo, no olvides que sigo siendo yo, la persona que siempre has conocido y que tú amas.
Anónimo
Imagen de beauty_of_nature en Pixabay