Por Jaime Septién
El filósofo Baruch de Spinoza (1632-1677) dijo en una ocasión: “Si no deseas que se repita el pasado, entonces estúdialo”. Hoy conmemoramos el 533 aniversario de que Cristóbal Colón tocó tierra en la isla de los indios Guanahani (actualmente el archipiélago de las Bahamas). De inmediato la llamó San Salvador, “por gloria a Dios que se nos ha manifestado y nos ha salvado de muchos peligros.”
La “leyenda negra” sobre el catolicismo nos ha llenado de pájaros la cabeza; nos ha querido mostrar hordas hambrientas de oro que por un “quítame estas pajas” les cortaba el pescuezo a los naturales. Y que a la segunda isla a la que fue la expedición colombina en aquel octubre de 1492, que fue llamada la Isabela, tenía que ver con los amoríos de don Cristóbal con la reina, etcétera.
Pero todo esto, que suele pasarnos por alto, implica una grave mutilación de nuestra historia. Sobre todo, de la historia del cristianismo y de España con respecto a México y América Latina. El anterior presidente de la República puso de moda el que España y Roma tenían que pedirle perdón a los pueblos originarios por la masacre que hicieron con ellos. Obviamente, hubo violencia. Pero ¿por qué mejor no agradecer la labor de los misioneros, la enorme labor civilizadora de fray Pedro de Gante, fray Juan de Zumárraga, fray Bernardino de Sahagún, Motolinía, Vasco de Quiroga, el padre Kino, el padre Tembleque…? Nunca, en ninguna otra geografía se ha producido lo que se produjo en México. Y es el genio del cristianismo.
Colón lo trajo consigo. Era un hombre de fe. Con todas las salvedades y bajezas que nos constituyen. Lo mismo su patrocinadora, la reina Isabel. Y tantos otros que vinieron a mezclarse con los naturales de estas tierras, a enseñarlos en las artes y los oficios, a dotarlos de un idioma, de una cultura y, desde luego, de una fe que todavía persiste, pésele a quien le pese. Algo más: enseñaron a los indígenas a recuperar su historia. Para que la pudieran estudiar y para que no cometieran los errores del pasado. Cosa que nosotros, hoy, no hacemos. Ni con los indígenas ni con nuestros niños.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 12 de octubre de 2025 No. 1579