Por VC Noticias
La primera exhortación apostólica del papa León XIV, Dilexi Te (Te he amado), será «una brújula» para la Iglesia contemporánea. Según la Arquidiócesis de México a través de la editorial de su órgano informativo Desde la fe, el documento pontificio busca “devolver el centro a los últimos” en un mundo marcado por nuevas formas de pobreza y exclusión.
El texto subraya que en las ciudades modernas coexisten, de forma invisible, “los rostros de quienes no tienen lugar”. La publicación identifica diversas dimensiones de la pobreza: “Hay pobres de mesa y pobres de cama; pobres de amigos y pobres de oportunidades; pobres de derechos, de educación, de trabajo digno; pobres de aire limpio y de agua segura”.
Según el análisis editorial, “la pobreza es una herida integral y amar a los pobres implica reconocer su dignidad inviolable y transformar las estructuras que la niegan”. Esta perspectiva se alinea con el Documento de Aparecida, que establece que “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica”.
Señala además la necesidad de reconocer los “nuevos rostros de los pobres”, aquellos cuya indigencia no siempre es material. Entre ellos menciona “los enfermos crónicos y sus familias; los migrantes; los ancianos solos; quienes sufren violencias; los descartados de la cultura digital; las comunidades sin acceso a servicios básicos ni a un ambiente sano”.
El editorial enfatiza que “para amar así hace falta un cambio en la actitud del corazón”. Tanto el papa Francisco como León XIV han insistido en “la urgencia de una conversión que atraviese decisiones personales, familiares e institucionales para colocar la dignidad humana en el centro de la economía, de la política y de la tecnología”.
Por lo tanto, Dilexi Te se perfila como un documento fundamental para este proceso. “Que el Sucesor de Pedro confirme a la Iglesia en el amor a los pobres no es un gesto más: es recordar el corazón del Evangelio”, afirma la publicación.
El texto recuerda que “todo renacimiento eclesial ha comenzado devolviendo el centro a los últimos”, citando ejemplos que van desde San Francisco de Asís hasta Santa Teresa de Calcuta. Esta tradición encuentra su fundamento en el Evangelio, donde “Jesús se identificó con los hambrientos, los enfermos, los extranjeros y los presos”.
“Amar a los pobres es confesar la fe en el Dios que se inclinó hasta el polvo para levantarnos. De esa fe nacerá una Iglesia más humilde, una sociedad más justa y un planeta más habitable”, concluyó el medio de la Arquidiócesis capitalina liderada por el cardenal arzobispo Carlos Aguiar Retes.
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