Por EO Redacción

Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza.

Proverbios 31, 30

En números anteriores presentamos un reportaje sobre el peligro que corren los influencers, y el resto de los usuarios de redes sociales, al hacer fotos que ponen en riesgo su vida con el único fin de ganar seguidores. Y esta vez el caso no es distinto. Igual, por las apariencias, por mostrar “perfección” en cada video, en cada foto, son cada vez más las mujeres, jóvenes y adultas, que arriesgan su vida para tener un cuerpo y rostro envidiables al someterse a cirugías estéticas que no siempre terminan bien.

Por ejemplo, hace dos semanas conocimos el caso de Paloma, una adolescente de 14 años que, con el consentimiento de su madre, se sometió a una cirugía estética para colocarse implantes mamarios. Desgraciadamente, tras la operación, vinieron complicaciones graves que ocasionaron su muerte.

El padre de Paloma interpuso una denuncia ante la fiscalía de Durango, lugar donde se dio el hecho, y señaló como cómplices a la clínica privada donde fue intervenida la menor, a la madre y al médico, alegando que él no dio consentimiento.

En la última década, México se ha posicionado como uno de los principales mercados a nivel mundial cuando se trata de cirugías plásticas: en los últimos cinco años, los procedimientos quirúrgicos con fines estéticos han aumentado un 12%, una tendencia que posiciona al país como el tercero donde más procedimientos estéticos se realizan, solo por detrás de Estados Unidos y Brasil. También se trata del segundo país más atractivo del mundo para el turismo estético, después de Colombia, un nicho que ha crecido a partir de la proliferación de cuentas de especialistas y testimonios de pacientes en redes sociales que hablan abiertamente sobre sus experiencias en procedimientos estéticos.

La obsesión

Las redes sociales han venido a cambiar todo lo referente a la apariencia: mujeres y hombres siguen dietas extremas para lograr la delgadez, tratamientos para una piel perfecta y cirugías estéticas para que todo se vea en su lugar.

Las redes sociales han amplificado la presión por alcanzar estándares de belleza irreales. La constante exposición a imágenes editadas y filtradas puede distorsionar nuestra percepción de lo que es normal o deseable en términos de apariencia física.

Un estudio encontró que las personas que comparaban a menudo la propia apariencia física con la de las personas a las que seguían en las redes sociales tenían una mayor insatisfacción con su imagen corporal y un mayor deseo de delgadez.

El fenómeno de body shaming o la vergüenza corporal es un problema creciente. Los comentarios negativos sobre el cuerpo de otros pueden tener efectos devastadores en la autoestima y la salud mental de las personas, lo que ocasiona la obsesión por modificarlo con cirugías.

La verdadera belleza

En un discurso pronunciado ante cirujanos estéticos en mayo de 2024, el Papa Francisco hizo notar que “como hombres, como médicos y como cristianos sabemos que nuestros rostros están destinados a reflejar una belleza que va más allá de la que se puede percibir con los ojos del cuerpo. Una hermosura que no está sujeta a tendencias programadas por el negocio de la moda, por el negocio de la cultura, por el negocio de la apariencia, sino que entronca con la verdad del hombre, con su ser más íntimo, que no podemos desfigurar”.

Unos meses más tardes (septiembre 2024) ante miembros del proyecto “Custodios de la belleza”, Francisco volvió a tocar el tema, refiriéndose a cómo la belleza hoy en día se ha convertido en una obsesión: “A menudo se la considera de forma distorsionada, confundiéndola con modelos estéticos efímeros y masificadores, más ligados a criterios hedonistas, comerciales y publicitarios, que al desarrollo integral de las personas. Un enfoque de este tipo es deletéreo, porque no ayuda al florecimiento de lo mejor de cada uno, sino que conduce a la degradación del ser humano y de la naturaleza. Si de hecho no se aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso”.

El Papa Francisco invitó, entonces, a aprender a cultivar la belleza como algo único y sagrado para cada criatura pensada, amada y celebrada por Dios desde los origines del mundo, (cfr. Gen 1,4) como una unidad inseparable de gracia y de bondad, de perfección estética y moral.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 5 de octubre de 2025 No. 1578

 


 

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