Por Rebeca Reynaud
Un filósofo genial, Leonardo Polo hace una comparación entre tres modos de saber: el mito o saber mítico, la filosofía centrada en la clásica (aristotélica) y la revelación cristiana. Las tres tienen su verdad, pero con jerarquía. La distinción entre estos tres tipos de saber las aprovecha Polo para hacer una comparación: ¿qué es más importante? el pasado, el presente o el futuro. El mito se basa en el pasado, la filosofía en el presente y la revelación cristiana tiene su clave en el futuro (es esperanza).
Polo trató de desenredar a los filósofos contemporáneos, y sabe que tienen menos recortes de verdad, en los filósofos cásicos, sobre todo, Aristóteles. La historia y la posthistoria son esperanzadores para el cristianismo.
Hay muchos filósofos clásicos que son muy atractivos porque van directamente a la verdad El más clásico es Aristóteles ya que acierta en lo que afirma. Tomás de Aquino le llamaba “el filósofo”- a los demás filósofos les llama por su nombre-, aparte es el filósofo más leído.
Leonardo Polo aconsejaba comparar a otros filósofos con Aristóteles para ver qué tan reductivas son.
Las ideologías son modos de pensar cerrados que hay que aceptar sin chistar, sino te echan del partido político. Otras formas de filosofía contemporánea también ponen punto final, pero la de Aristoteles y Polo no ponen punto final, siguen abiertas, no cierran el panorama, son optimistas. El último libro de Aristóteles, De animae, dice que el alma está abierta a conocerlo todo. En el Cielo también se crece.
Leonardo Polo dice que lo que ha visto como propuesta: El filósofo que pone punto final, se equivoca. Antes de morir, Polo dijo: la Filosofía Trascendental es lo más importante que he descubierto, pero con la Cristología se amplía esa filosofía y hay que ir a más.
Nuestra situación es de crisis en muchos ámbitos. Los factores de crisis han existido antes, pero ahora están más agravados: la familia, muchas personas no saben qué es la familia; las vocaciones escasean; Europa no tiene recambio generacional; hay crisis política, no hay líderes; no hay trabajo de iniciativa. Esto lo plantea muy bien un documento del Concilio, la Gaudium et spes.
Miremos esto con los tres tipos de saber mencionados en el inicio, a ver si esos tipos de saber nos llevan a alguna solución.
El mito pone el acento en el pasado. Todo lo que vivimos ahora se debe a lo que ya pasó; vivimos las consecuencias del pasado. La solución no se puede lograr de modo completo, se puede paliar solamente porque el problema es ancestral. El mito es pesimista. En las escuelas decadentes helenísticas el mito llevó a tener una visión pesimista, e influyeron en los romanos Séneca y Cicerón. Dicen algo de verdad, está en todos los pueblos primitivos, eso es verdad, es el pecado original que nos afecta a todos. El mito es un saber veritativo.
El cristianismo no pone el centro de atención en el pecado original sino en la redención obrada por Cristo. Nos quedan las secuelas del pecado original ¡cierto!, pero vino Cristo y volverá a venir para dotar de solución a todo. El cristianismo no es exactamente mítico, lo desborda.
¿Qué entiende Polo por lo teológico? Alude a esos saberes y lo aplica a lo largo de la vida. La filosofía pone el centro de atención en el presente. Puedo hacerme cargo del fundamento pensando ahora. El pensamiento es capaz de descubrir más verdad. A través de la teoría busca un fundamento que ayude a entender la verdad en todos los ámbitos, y ese fundamento es fundante, funda ahora. Aristóteles es optimista.
Los dos temas que estos tres saberes tocan son: el fundamento y el destino. En la Ética a Nicómaco Aristóteles dice que el intelecto funciona presentando siempre la verdad en esta vida, no sabe qué pasará en la otra. Cuanto más tiempo pasa, más me encariño con los mitos porque no sé que pasará después de la muerte. Este es el defecto que tiene Aristóteles y ese defecto es superado con el cristianismo.
Mi época ¿es más mítica, más filosófica o más cristiana? Parece más mítica porque la mayor parte de la gente no encuentra solución al sentido de la vida. No se sabe explicar por qué estamos aquí. Durante el siglo XX se da como fundamento y origen de la vida humana los monos. ¡Pero eso no es filosofía, no funda el presente! También pasa eso en la Psicología. Freud da explicaciones míticas, lo mismo sucede con el racismo alemán. La clave está en el pasado, son explicaciones míticas. Todos los nacionalismos son míticos, no mira al futuro suficientemente, se enfervorizan con sus costumbres.
El alma, el presente, funda al cuerpo, mira al futuro, al crecimiento de virtudes, a los hábitos del entendimiento y de la voluntad, la libertad es apretura al futuro no desfuturizable. El futuro no se vuelve pasado (al revés de las interpretaciones míticas).
Los tres modos de saber -no son tres errores- tienen su parte de verdad. No tengo que prescindir ni del lapsus del pecado original (la propensión a enfermades, a errores y a la muerte) ni de la filosofía que resuelve problemas graves, hoy ahora. No pasamos al futuro sin mirar el pasado y el presente. El cristianismo de algún modo “bautizó” la filosofía y añade que Dios es providente.
Nuestra cultura histórica, ¿es más compatible con el mito, la filosofía o el cristianismo? Nuestra sociedad no tiene suficientes pilas ni filosóficas ni cristianas para solucionar los problemas, por tanto, es más pesimista que optimista. Nuestra época se parece más a la época precristiana, pagana. Si nos decidimos a ser auténticos cristianos es posible que todo salga adelante con el tiempo. El cristianismo tiene 21 siglos, tiene soluciones.
Cualquier situación que abandona a Dios es post cristiana, es decir, se vuelve precristiana y vuelve al pesimismo, a la falta de solución. Si cambiamos el futuro por el presente dejaríamos de crecer, y en Dios siempre hay novedad, así que el optimismo crece exponencialmente.






