Por P. Joaquín Antonio Peñalosa

La palabra pueblo es una palabra popularísima. La dice y escribe todo el mundo y todos los días, así el político como el reportero, el demagogo y el sabio, el economista y el líder campesino. En fuerza de usar y abusar de la palabra, nos hemos quedado con las letras, mientras se nos ha escapado su significación. Aunque tiene distintas acepciones, tanto desde el ángulo antropológico como desde el sociológico, señalamos aquí los dos sentidos fundamentales que nos devuelven el concepto cabal y purificado de pueblo.

Pueblo-nación es su primer significado. Equivale al conjunto de habitantes de un país, son los ciudadanos que la habitan, es la patria misma. Nadie se exceptúa de pertenecer al pueblo, en cuanto que todos nacimos y vivimos en ese territorio. Pueblo es toda la gente sin excepción. Aún el gobierno mismo es parte del pueblo, como que es su representante y servidor. Así lo entendió el imperio romano en la famosa sigla “SPQR”, esto es, “el Senado Y el Pueblo Romano”. La importancia de este lema radica en la “y” -conjunción copulativa, unitiva; el gobierno “y” el pueblo forman una unidad, no un paralelismo ni menos una rivalidad.

Pueblo-clase es el otro significado limitante y limitado, ya que alude a la gente común y humilde de la población. Son los de abajo, la masa indocumentada y anónima que no representa algo en la sociedad, ya que carece de privilegios y capacidad de decisión. Pueblo es el sector de la población privado a la vez del tener, del saber y del poder, según la expresión de Roger Garaudy. Son los que no tienen nada, o casi nada, en sus bolsillos, en su voz y en su cabeza. En concreto, el pueblo-pueblo abarca a la masa obrera, urbana y campesina, y a cuantos se asemejan.

Por eso, la expresión “las clases populares” refleja con bastante exactitud lo que significa la palabra pueblo precisamente en este sentido pueblo-clase. Si al pueblo-nación pertenecemos todos los ciudadanos sin faltar uno, al pueblo-clase pertenece la inmensa mayoría de los pobladores de los países subdesarrollados, donde ha sido injusta la repartición de la triple riqueza económica, cultural y moral, sin la cual la gente del campo y de la barriada no puede ser persona en la plenitud que le corresponde a su dignidad de ser pensante, libre y trascendente.

Pueblo-nación, en algunos infelices casos, suele convertirse en pueblo-clase, cuando los gobernantes oprimen a los ciudadanos o cuando utilizan ideologías falsamente nacionalistas para dar la sensación al pueblo de que están buscando su bienestar, mientras desean perpetuar la separación y distancia entre dominantes y dominados.

Un buen gobierno, de aquí o de allá, es aquel que está al lado de la inmensa mayoría, siempre en contra de quienes esgrimen privilegios y derechos inexistentes, siempre a favor de aquellos que viven privados de comprensión, derecho y justicia. Pueblo: “pronunciamos palabras con las que no nos comprometemos, porque la letra divide y solo el compromiso vivifica”, certera flecha de Emmanuel Mounier.

, donde ha sido injusta la repartición de la triple riqueza económica, cultural y moral.

Artículo publicado en el Sol de San Luis, el 5 de diciembre de 1991; el Sol de México, 14 de diciembre de 1991. El autor fue un gran benefactor de la niñez desvalida en San Luis Potosí y una gran poeta. Su poesía completa se encuentra en Caminando camina el manantío.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 23 de noviembre de 2025 No. 1585

 


 

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