Por Monseñor Joaquín Antonio Peñalosa

Los miopes de espíritu piensan que la cultura es asunto exclusivo de “los cultos”, de las élites exquisitas, de los masters y posgraduados; y que la cultura popular, la que brota del pueblo-pueblo es tan de segunda, tan ingenua y primitiva, que no merece tal nombre de cultura.

Eso que llamamos folklore -voz y espíritu del pueblo-, engloba a todas las creaciones, a todas las tradiciones, a todas las formas expresivas de la inmensa mayoría del tercer mundo y de la humanidad que no tiene acceso al poder, a la riqueza y a la sabiduría.

Rescatar la popularidad no es recoger los valores interesantes del pueblo -costumbres, arte, lenguaje, leyendas-, para convertirlas en plan arqueológico-antropológico con el fin de lucirlos en un museo o convertirlos en un mero estudio y objeto de investigación. Tampoco es favorecer lo popular, pero exaltando solamente aquellas manifestaciones del pueblo que no supongan un despertar o un aumento de la conciencia crítica y una justa reivindicación de la dignidad, y de los derechos del pueblo.

Quienes reducen lo folklórico a lo pintoresco, olvidan que el pueblo, creador de una cultura viva, quiere por sobre todo liberarse de cualquier opresión.

Rescatar lo popular es recuperar y no dejar perder sus tradiciones y expresiones, ya que su arte y sus formas de vida son una riqueza cultural insustituible; de suerte que dejar morir lo popular sería tanto como dejar morir la mitad del alma de una nación.

Lo cual incluye de manera preferente un serio interés por su lenguaje, medio de comunicación y signo de identidad de cada etnia; ya que a través de la palabra se desnuda el espíritu; así como reivindicar para el pueblo sus formas de religiosidad popular, sin destruirlas y si acaso purificarlas, puesto que no se trata de una espiritualidad rebajada para gente ruda y simple, sino otro modo, riquísimo en manifestaciones, con que el pueblo se une a su Dios.

Si importa rescatar lo popular, importa quizás mucho más rescatarnos a nosotros mismos para el pueblo, convertirnos a sus intereses y reclamos y estar cordialmente al lado de la inmensa mayoría.

Artículo publicado en El Sol de San Luis, 13 de septiembre de 1997.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 15 de octubre de 2023 No. 1473

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