Por P. Fernando Pascual

Asistimos a algunas conferencias o reuniones esperando un tema concreto, o un cierto modo de proceder (horario, lugar, dinámica). Luego encontramos que el lugar tenía poca ventilación, o que habían cambiado al conferencista, o que la reunión tenía una dinámica que exigía más tiempo del previsto.

Resulta difícil afrontar una situación así, sobre todo si las sorpresas implican un cierto conflicto interior: porque van contra ideas que consideramos importantes, o porque se abordan ciertos temas con superficialidad, o porque el conferencista comunica de un modo desordenado e irrespetuoso, o porque tenemos previsto hacer algo importante después del horario anunciado (y no respetado).

Cada conferencista o cada organizador de actividades para grupos pueden escoger la modalidad que prefieran en vista a sus objetivos. Esos objetivos van desde comunicar informaciones hasta involucrar a los participantes en diálogos y debates de interés común.

Si el conferencista tiene plena libertad en el modo de organizarse, sería un detalle de cortesía para la gente comunicar ese modo, de forma que los que lleguen a cualquier actividad grupal tengan una idea bastante precisa sobre los temas que serán tratados y sobre las dinámicas que serán empleadas.

Cuando esa cortesía falta, es obvio que más de algún participante se sentirá incómodo, incluso contrariado. En ocasiones, optará por retirarse, lo cual no suele ser fácil cuando hay “presiones”, como el miedo a ser mal visto por el hecho de salir de un local donde se supone que todos habían entrado voluntariamente.

En ocasiones la sorpresa resulta agradable, incluso interesante, para otros participantes. Pero ello no quita la falta de formalidad en los organizadores, a los que se les pide ser claros a la hora de comunicar la actividad que se ofrece al público convocado a una conferencia o reunión.

Cuando nos llegue noticia de una conferencia o reunión sobre temas que suscitan nuestro interés, agradeceremos mucho que se nos ofrezca una buena información sobre el modo en el que se piensa proceder. Así, podremos participar con mejor conocimiento y, seguramente, con una actitud abierta a aprovechar unos momentos para reflexionar y aprender sobre argumentos que consideramos importantes.

 
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay


 

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