Por P. Eduardo Hayen Cuarón

Un estudio de Pew Research en Estados Unidos sobre las razones de la permanencia de las personas en su religión a lo largo de su vida, encontró que entre los católicos, el 54 por ciento afirma que han permanecido en su religión porque ésta satisface sus necesidades espirituales; un 53 por ciento afirma creer en las enseñanzas católicas, y el 47 por ciento dice su permanencia en la Iglesia es porque el catolicismo da sentido a sus vidas.

Las cifras nos dicen que muchos católicos se han enfriado y no van a la Iglesia. Sin embargo siguen celebrando la Navidad por mera tradición, pero lo hacen centrándose en lo que el mundo propone: los regalos, la cena y las decoraciones. El niño de Belén, para tantos bautizados, es todavía sólo una idea fugaz. ¡Ah! Si lo conocieran y entraran en el misterio de Dios hecho hombre, sus alegrías serían más profundas y menos superficiales. Muchos de ellos, que hoy buscan el amor y la curación en lugares equivocados y en personas equivocadas, encontrarían en Jesús la única medicina que cura y salva; descubrirían en Él el regalo de Dios para sus vidas.

Busquemos a Cristo en la oración, en la Palabra, en nuestras devociones y, sobre todo, en la Santa Misa. Vamos a Belén, encontremos al Niño y postrémonos para adorarlo. Es la mejor manera para tener una feliz Navidad.

 
Imagen de Ken Williams en Pixabay


 

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