Por P. Fernando Pascual

Aquella persona hacía un gran esfuerzo por leer lo que aparecía en su pantalla. Alguien se le acerca para ver qué pasa. “Es que la letra es muy pequeña”, dice el primero. El segundo responde: “vamos a ver qué se puede hacer”.

Se sienta frente a la computadora, aprieta dos o tres comandos, y la letra sale grande y perfectamente legible.

Era tan fácil arreglar ese problema… Lo que pasa, no solo con las pantallas, sino con muchos otros asuntos, es que podemos quedarnos atorados en un problema, con esfuerzos enormes para afrontarlo, cuando resultaba muy fácil cambiar pantallas y otras situaciones “difíciles”.

Era tal fácil, pero a veces un problema absorbe nuestra atención y dura mucho tiempo, como en el ejemplo de quien día tras días se esforzaba por leer en la pantalla. Entonces, la llegada de una pequeña (o grande) ayuda, provoca un gran alivio, y hace la vida mucho más sencilla.

Podemos aplicar esto a algunas situaciones espirituales. A veces pensamos que resulta muy difícil controlar la ira, o la pereza, o la gula, o la lujuria, y luchamos de modo casi heroico con resultados mínimos y con una enorme fatiga.

Hay situaciones, hay que recordarlo, que no se resuelven fácilmente. Por ejemplo, traumas o vicios que han dejado consecuencias psicológicas, no pueden ser superados con un consejo fácil que no vale para esas situaciones.

Lo importante es no quedarnos con el problema, como en el ejemplo de la pantalla, y buscar ayudas. Un buen consejero espiritual, un buen confesor, un buen amigo, nos pueden abrir los ojos para darnos cuenta de lo sencillo que resulta empezar un trabajo para romper contra el pecado y para crecer en la virtud.

Era tan fácil… Bastaba con encontrar ese consejo certero, esa palabra justa, para emprender un camino maravilloso de santidad. Dios, desde luego, será el principal protagonista (no podemos nada sin su ayuda). Pero desea que pongamos lo que está de nuestra parte para buscar y poner en práctica remedios que hacen mucho más sencilla, incluso “fácil”, toda nuestra vida espiritual.

 
Imagen de Concord90 en Pixabay


 

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