Por Jaime Septién

En 2003 el entonces obispo de Querétaro (hoy obispo emérito) don Mario De Gasperín escribió una carta que dio la vuelta al mundo de habla hispana: “Un católico vota así”. Ya he escrito con amplitud sobre las repercusiones que tuvo esa carta. Nadie se había atrevido a hacerla. Por supuesto que la conciencia jacobina, los prejuicios que vienen desde el tiempo de la Reforma, hicieron que tanto católicos como ateos, agnósticos y no tanto, laicos y sacerdotes, incluso algunos obispos, recelaran de una propuesta “tan atrevida”.

Hubo un partido político que denunció a don Mario. Ignominiosamente, tuvo que “defender” su propuesta. Una estupidez, como tantas otras que suceden con la “justicia” de este país. Lo único que estaba haciendo don Mario era recordarle a los católicos cuál era (y sigue siendo) su compromiso político: no a favor de ningún partido o candidato, sino a favor de la Doctrina Social Cristiana.

Hoy, venturosamente lúcido, con esa enorme sabiduría que le caracteriza, don Mario entrega a los lectores de El Observador una primicia, una verdadera joya: “Un Católico Educa Así”. Se trata, como lo ha escrito el obispo emérito de Querétaro, de una “glosa” a la extraordinaria Carta Apostólica del Papa León XIV, “Diseñar Nuevos Mapas de Esperanza”, escrita por el pontífice con ocasión del LVX Aniversario de la Declaración Conciliar (del Vaticano II) “Gravissimum Educationis”.

No voy a resumir aquí la estupenda “glosa” de Don Mario. Tan solo quiero rescatar un fragmento –en el número 30 del escrito—que nos alerta a todos los católicos. Y nos llena de esa esperanzada alegría, esa alegría esperanzadora que debe ser nuestro patrimonio y nuestra herencia: “Amante de la paz desde su primer saludo, el Papa León pide a las comunidades educativas: desarmar las palabras y levantar la mirada, custodiar el corazón porque la educación no crece con polémicas sino con mansedumbre, con la mirada hacia el cielo, como Abraham, sabiendo qué y quién nos espera, y custodiando el corazón y la persona antes que el título o el programa.”

Fuera ideologías taradas, fuera tonterías “nacionalistas”. Hay que mirar hacia arriba, donde no hay obstáculo, donde brilla el esplendor de la verdad. Si no educamos para la esperanza ¿para qué educamos? Pero educar no es “de arriba a abajo”: es de siempre y para siempre. Con el otro. Con amor. Es el mapa del catolicismo. Mapa espléndido para ser felices.

 

Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 14 de diciembre de 2025 No. 1588

 


 

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