Por Natalie Romano
Con copones de Comunión en las manos, un grupo de obispos de California atravesó las puertas de alambre de púas del Centro de Procesamiento del ICE y ofreció a Jesús a los hombres recluidos en su interior.
Este momento de la Misa, celebrada el 10 de diciembre en las afueras de la ciudad de Adelanto, en el desierto de Mojave, fue profundamente emotivo tanto para los obispos como para los cerca de 300 detenidos presentes.
“Ver sus rostros, ver cómo les impactó, fue algo muy poderoso para mí”, dijo el obispo auxiliar de Los Ángeles, Brian Nunes. “Muchas veces pensamos en los migrantes, en los refugiados, como una categoría. Y una categoría es algo muy impersonal, pero verlos uno por uno, con rostros, con voces, muy memorables, es algo que me voy a llevar conmigo”.
En total, siete obispos participaron en la celebración de la Misa, cuyo objetivo fue llevar fe y esperanza a los inmigrantes indocumentados que esperan sus procesos legales. El servicio al aire libre, organizado por la Conferencia Católica de California (CCC) y la Diócesis de San Bernardino, fue el primer evento religioso importante en esta instalación del High Desert desde la pandemia de COVID-19.
No importa de qué lado de la reja estemos
La visita se inspiró en el “mensaje especial” sobre inmigración publicado por los obispos de Estados Unidos en noviembre. En él se criticaba la política de deportaciones masivas de la administración Trump y se pedía un trato humano en los centros de detención, al tiempo que se reconocía el derecho de las naciones a proteger sus fronteras.
El celebrante principal fue el obispo Alberto Rojas, de la Diócesis de San Bernardino —a la que pertenece Adelanto—, acompañado por el obispo emérito Gerald Barnes, también de San Bernardino; el obispo Oscar Cantú, de San José; y el obispo auxiliar Rey Bersabal, de Sacramento. Por parte de la Arquidiócesis de Los Ángeles participaron los obispos auxiliares Matt Elshoff y Marc Trudeau.
El obispo Cantú predicó a los detenidos, quienes observaban desde áreas recreativas vigiladas y cercadas a ambos lados del altar. Durante la homilía, pronunciada en inglés y en español, el obispo les aseguró que la gracia de Dios puede alcanzarlos incluso allí.
“No importa dónde estemos, si estamos de este lado de la reja o del otro lado de la reja, para Dios no hay barreras, no hay rejas, no hay muros”, proclamó Cantú, quien actualmente se desempeña como presidente de la CCC. “Su amor penetra en cualquier lugar y en todo lugar del mundo donde el corazón humano esté abierto a su amor”.
Una emoción compartida
El ala oeste del centro alberga a unos mil 600 hombres que fueron detenidos no solo a nivel local, sino en distintas partes de Estados Unidos. Sus países de origen van desde México hasta Turquía y China. Al comienzo de la Misa, Rojas dijo a los detenidos que la Iglesia no los ha olvidado.
“No están solos”, dijo Rojas, quien recientemente fue nombrado miembro del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB). “Los apoyamos, rezamos por ustedes y por sus familias. Queremos saber cómo están”.
Sus palabras fueron respondidas con un fuerte “¡Muchas gracias!” por parte de uno de los detenidos. El obispo sonrió y respondió en voz alta: “¡De nada!”.
Durante toda la celebración, los detenidos se mostraron participativos y expresivos, intercambiando entre ellos y con los obispos gestos de paz. Sin embargo, guardaron silencio cuando los obispos cruzaron las pesadas barreras metálicas e ingresaron a sus patios, el único momento en que se permitió la interacción directa. La mayoría recibió la Comunión en la lengua, y algunos pidieron que se bendijeran sus Biblias o rosarios. Tras recibir la Eucaristía, los detenidos regresaron a la línea de la reja y se arrodillaron en oración; varios se postraron completamente en el suelo.
Bersabal dijo que quería ser una presencia firme para los detenidos, pero que le costó contener sus propias emociones. “Después de mirar a los primeros cinco hombres a los ojos, tuve que tomar aire y luchar por mantener la compostura”, recordó Bersabal. “Se podía ver cuánto significaba la Comunión para ellos”.
Barnes, quien celebró Misa en este lugar en múltiples ocasiones durante sus 25 años al frente de la Diócesis de San Bernardino, se sintió profundamente conmovido por la gratitud de los hombres, expresada con aplausos tanto al inicio como al final de la Misa.
Un sistema que falla a las familias
Los obispos de California dijeron que continuarán acercándose a los detenidos y guiando oraciones, como lo hicieron la noche anterior, cuando decenas de parroquias en todo el estado celebraron la fiesta de San Juan Diego con una Hora Santa especial ante el Santísimo Sacramento para rezar por los inmigrantes afectados por recientes redadas. En Los Ángeles, por ejemplo, cinco parroquias en cada una de las regiones pastorales de la arquidiócesis participaron.
En una conferencia de prensa posterior a la Misa, realizada en la cercana iglesia Cristo Buen Pastor de Adelanto, los obispos señalaron que, aunque la visita tuvo un carácter “pastoral”, era importante insistir en una reforma migratoria integral que reconozca la dignidad de la persona humana. Cantú criticó tanto a republicanos como a demócratas en el Congreso por no arreglar un sistema “quebrado” que “falla a las familias”.
“No importa quiénes sean, no importa de qué color sean, y no importa qué errores hayan cometido, la justicia siempre debe estar templada por la misericordia y la misericordia siempre debe estar templada por la justicia”, dijo Elshoff. “Eso nace del corazón de nuestro Dios amoroso”.
Reportaje publicado en Angelus en Español el 15/12/2025.
Publicado en la edición semanal impresa de El Observador del 28 de diciembre de 2025 No. 1590





