Por Rebeca Reynaud

La visita de los Magos, venidos de Oriente, al Niño Jesús es un hecho que no se puede ignorar (Mateo, 2,1-12). Venían siguiendo una estrella de noche, porque en la oscuridad se ve más lejos. Mateo habla de la visita de los Magos. No dice que sean reyes, pero eran personajes notables, que turban a Herodes al preguntar dónde está el recién nacido, el Rey de los Judíos. Hay algo inquietante en Herodes, de modo que consulta a los escribas sobre el nacimiento del Mesías. Los pontífices de la Ley señalan que Belén es el sitio de su nacimiento profetizado mucho tiempo atrás, pero ninguno dice: “Yo tengo que ir a Belén”, ninguno se rinde ante el testimonio de los Magos. Los Magos preguntan por el Mesías en la ciudad porque es el lugar más lógico para encontrarlo, es un lugar lleno de luces. Las luces de la ciudad bloquean las estrellas. Cuando salen de la ciudad vuelven a ver la estrella que los guía. Los Magos son los primeros que adoran a Jesús.

La erudición a veces vale nada ante los grandes misterios. Las grandes inspiraciones vienen de personas que han dejado que el Señor transforme sus corazones. Los Magos no se dejan distraer por los atractivos y las luces de la ciudad, sino que van a lo esencial. No es una curiosidad intelectual la que los guía, sino la fe en el Mesías y salvador del mundo. Después de ver al Salvador y de ofrecerle sus presentes, su vida ya no volvió a ser la misma.

¿Has acogido al Redentor? Si das tu atención al Niño y meditas sobre su nacimiento, se requiere la atención completa, si buscas la conversión. Si haces un trabajo y compartes tu atención con el celular vas a darle a cada uno 50% de tu atención. Es mejor poner nuestra atención completa en la oración o en tarea que llevamos entre manos, pero no en las luces de la ciudad: las estrellas del deporte o los artistas. Muchos ponen su atención en las personas que brillan y se distraen de lo esencial.

Entre más conoces a Dios, más puedes ser transformado por Él, pero no es raro que emerjan otros intereses que distraen de lo “único necesario”.

La postura para aprender es fomentar una actitud de descubrimiento, estimulado a través de preguntas en vez de proyectar información o dar respuestas. El Catecismo dijo que Jesús vino a enseñarnos cómo vivir, y él se pone -con humildad- en el último lugar. A los doce años el Niño se sienta en el Templo y hace preguntas a los sabios, y los escucha. Luego los sorprende con sus palabras. Jesús les pregunta a sus amigos: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, y los escucha. ¡Cuánto tenemos que escuchar a nuestros niños y jóvenes! A veces queremos entender en profundidad a nuestro interlocutor, entonces podemos poner en nuestras palabras lo que dijo y preguntar: ¿Lo he entendido bien?

La Virgen María habla poco, escucha mucho y, cuando habla, tiene un gran impacto.

Imagen de Nicky en Pixabay


 

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