Por Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas /

Al terminar el año 2013, es conveniente hacer un recuento del camino andado, tanto a nivel personal y familiar, como eclesial y social, y alentar nuestra esperanza por un próximo año nuevo mucho mejor.

Durante el año que concluye, no se detuvo la migración de los chiapanecos hacia el norte del país, hacia Quintana Roo y hacia los Estados Unidos. Esto significa que ya no les rinde buenos ingresos el trabajo ordinario del campo, la siembra del maíz y del frijol, el cultivo del café, de la caña de azúcar, de la palma africana y de otros productos tradicionales o nuevos. Es una prioridad la atención oportuna al campo y a la madre tierra, para procurar ante todo la autosuficiencia alimentaria y la protección al medio ambiente.

El paso de migrantes centroamericanos por Chiapas sigue su flujo ordinario, a pesar de todos los muros y barreras que pongan los Estados Unidos. Tampoco se detienen los abusos contra ellos, por parte de bandas de maras, por criminales ordinarios, por las organizaciones de narcotraficantes. Es lamentable la falta de respeto a sus derechos. Es preocupante que nuestras autoridades sean rebasadas por los delincuentes y no se les cuide como personas y como hermanos que son. Es vergonzoso que nuestros legisladores no propongan alternativas legales para que transiten por el país en forma más segura. Es doloroso que los legisladores republicanos norteamericanos se hayan resistido a aprobar una primera reforma migratoria en ese país, que abriría el camino para una posible nacionalización de once millones de migrantes, la mayoría mexicanos. Los intereses políticos partidistas valen más que los derechos humanos.

En este año, nuestro Congreso de la Unión aprobó diversas reformas, que algunos consideran importantes para el crecimiento y desarrollo del país, mientras otros las juzgan como una amenaza a los bolsillos de los pobres, como una pérdida del dominio sobre los energéticos y como un riesgo de que algunos maestros pierdan su empleo en las aulas. Hay que analizar los pros y los contras; hay que escuchar razones de una y otra parte, siempre dispuestos a defender los derechos fundamentales de los pobres. El capital, el dinero, el poder político y económico no deben prevalecer sobre el bien común.

Se cumplen 20 años del levantamiento zapatista, que fue un grito de reclamo al país, por la marginación secular de los indígenas. El EZLN sigue vivo, no ya como una opción militar, sino como una organización social y política, que lucha por una vida digna, es un esfuerzo por demostrar que es posible la autonomía, sin dependencia del gobierno. Esperamos que todos, gobierno y sociedad civil, iglesias y organizaciones, sigamos luchando contra la pobreza y la falta de salud, contra el analfabetismo y la exclusión social. La organización comunitaria, la lucha política pacífica, la unión en la diversidad, el escucharnos y respetarnos unos a otros, son los caminos de la paz y de la justicia, que deseamos para Chiapas y para México.

Fuimos recibidos por el Papa Francisco y escuchó con el corazón cuanto le expusimos sobre nuestra diócesis, particularmente sobre los indígenas y sobre la posible ordenación de nuevos diáconos. Esto alienta mucho nuestra esperanza y anhelamos que el próximo año nos traiga buenas noticias al respecto. Felicidades para todos.

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