Por Sergio Angel Galindo Pérez, sacerdote |
Hijo de Dios (Son of God) es una película estadounidense de carácter bíblico que en México se estrenará en el mes de abril, antes de Semana Santa. Es parte de la exitosa mini serie “La biblia”, que consta de 10 capítulos y fue producida por los esposos Mark Burnett y Roma Downey para History Channel. Esta mini serie tendrá su continuación con la historia de los apóstoles y las primeras comunidades cristianas y será trasmitida por NBC.
La película fue dirigida por Christopher Spencer y grabada en Marruecos. Está siendo distribuida por 20th Century Fox. Su presupuesto es de 22 millones de dólares y sólo el fin de semana de lanzamiento logró recaudar casi 29 millones de dólares. Tiene una duración de 139 minutos y ha sido clasificada como PG13 ya que podría ser inapropiada para niños menores de 13 años por contener algunas escenas de sangre en la crucifixión.
El actor principal es el portugués Diogo Miguel Morgado, quien cuando grabó la película tenía 33 años de edad.
“Hijo de Dios” narra la vida de Jesús desde su nacimiento hasta después de la resurrección, desde el punto de vista del apóstol San Juan durante su destierro en la isla de Patmos. Si bien es cierto que el evangelio de Juan no narra la infancia de Jesús, la película inicia describiendo a aquellos que en el Antiguo Testamento han sido llamados hijos de Dios como Moisés o Abraham, para luego mostrar cómo Jesús es el Hijo único de Dios por quien todo fue hecho, siguiendo las palabras del Prólogo del cuarto Evangelio: “… y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Cfr Jn 1,14).
Para los productores se trata de una verdadera “historia de amor”, el amor de Dios hacia la humanidad, cuyo objetivo es enamorarse más de la persona de Jesús, por elloseleccionaron las escenas bíblicas que mostraban con mayor claridad que Jesús es el Hijo de Dios.
Personalmente considero que “Hijo de Dios” es una película bien fundamentada en las Sagradas Escrituras, capaz de tocar los corazones y goza de un profundo sentido sacramental, especialmente eucarístico. Muestra a Jesús sonriente, cercano, y misericordioso. Hace ver a un Jesús muy humano y a la vez divino, a través del dramatismo de sus acciones y la trascendencia de sus palabras.
Esta película habla de Dios a través de los signos milagrosos que Jesús realiza, como la curación del paralítico, la multiplicación de los panes o la maravillosa escena de Jesús caminando sobre las aguas. Al estar llena de simbolismos y ricos detalles, creo que merece la pena mirarla con ojos de fe, de manera que sea para los espectadores una motivación para buscar a Jesús en su Palabra y en la Eucaristía en comunidad.
Sin el punto de vista de la fe, se comprende cómo la crítica ha calificado la película como lenta, aburrida y llena de dogmatismos. Sin embargo, creo que si se mira en comunidad y se dialoga sobre ella a manera de cine fórum, será posible descubrir el sentido de muchos detalles que escapan a la crítica convencional, como la escena en que Jesús, antes de llamar a Simón, contempla en su mano una roca, pues estaba a punto de llamarlo Pedro, la roca sobre la cual habría de construir su Iglesia; o el momento en que Jesús besa la cruz antes de cargarla sobre sus hombros, así como el sacerdote besa el altar antes de celebrar la santa Misa.
Para el Cardenal Wuerl, Arzobispo de Washington, en entrevista para 20th Century Fox, “Hijo de Dios” es una historia contada por imágenes, como aquella de Jesús tocando el agua antes de la pesca milagrosa y cómo Jesús llama a Pedro a ser pescador de hombres, lo llama a “cambiar el mundo”. Para el Cardenal  Wuerl este es un sumario de la misión de Jesús: cambiar mundo para hacerlo un lugar de paz, de misericordia y de amor. Esa es la misión de Jesús, pero también será la misión de Pedro y de la Iglesia. Finalmente afirmó: «Es una alegría ver esta película en la que dan vida a las páginas del Evangelio y nos ayuda a ver lo que experimentaron  aquellos que vivieron en la época de Jesús».
Así mismo, el Arzobispo Los Angeles José Gómez dijo que la película «nos da una oportunidad de darnos cuenta de la presencia de Dios en nuestras propias vidas. Cada uno de nosotros es un hijo o una hija de Dios. Es una realidad maravillosa, impresionante».
En general esta película goza de muy buenos comentarios por parte de autoridades religiosas aún fuera del ámbito católico.
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