Por Gilberto HERNÁNDEZ G. │

El pasado 5 de septiembre se ha celebrado el Día Internacional de la Beneficencia -que la ONU instituyó en diciembre de 2012, como un homenaje a la Madre Teresa de Calculta, la gigante de la Caridad-, cuyo propósito es exhortar “a todas las personas del mundo a que realicen actividades de voluntariado y beneficencia a fin de mitigar las crisis humanitarias y el sufrimiento humano”.

“La beneficencia puede contribuir a la promoción del diálogo entre personas de diferentes civilizaciones, culturas y religiones, así como de la solidaridad y la comprensión mutua”, señala el mensaje que la ONU ha compartido en esta fecha.

La ONU reconoce el papel cada vez más crucial que tienen las organizaciones de beneficencia para atender las necesidades humanas, como la grave crisis humanitaria en torno a los millones de refugiados y desplazados.

El Día Internacional de la Beneficencia coincide con el aniversario del fallecimiento de la Madre Teresa, que fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979 por su labor para superar la pobreza y que, como es bien conocido, entregó a algunas de las personas más pobres de la India el dinero que se le había concedido al recibir el premio.

Inspirada, inspiradora

Agnes Gonxha Bojaxhiu, su nombre albanés, nació en 1910 en una familia acomodada, y desde niña se sintió fascinada por la vida y las obras de los misioneros. Ingresó a los 18 años a la congregación de la Bienaventurada Virgen María en Irlanda, de donde fue enviada a Calcuta al colegio del convento de Loreto, del que llegó a ser directora.

Pero aunque estaba contenta con su labor, sentía gran preocupación por los pobres. Entonces, en 1946, experimentó una “llamada dentro de la llamada”, cuando Dios le pidió: “Deseo religiosas indias, Misioneras de la Caridad, que sean mi fuego de amor entre los más pobres, los enfermos, los moribundos, los niños de la calle”.

Para dar respuesta a la invitación divina, fue a París para recibir capacitación médica básica. En 1948 regresó a Calcuta y se instaló en los barrios más pobres para atender a las necesidades de los indigentes, de los hambrientos y de los moribundos. Pronto se le unió un grupo de mujeres con las que habría de fundar las Misioneras de la Caridad -hoy en día con presencia en los 5 continentes, contando con miles de miembros y más de 600 fundaciones en 123 países-.

Además, para servir a los más pobres entre los pobres, fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad, a la rama contemplativa de las Misioneras, los Hermanos Contemplativos, los Padres Misioneros de la Caridad, los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con las que compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. También estableció el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi.

Tras recibir numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Nobel de la Paz en 1979, la Madre Teresa murió el 5 de septiembre de 1997. Juan Pablo II, el día de la beatificación de la religiosa, destacó que ella nos enseña «el valor de las cosas sencillas hechas con amor».

 

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