Por  Francisco González González, Obispo de Campeche |

Celebramos el Cuerpo de Cristo, conocido también en su nombre en latín “Corpus Christi”. Esta fiesta litúrgica tiene como inicio el Siglo XIII. Lo que propició esta devoción fue un milagro eucarístico, que se conserva aún en Orvieto (Italia).

La Eucaristía ha sido muy importante en la vida cristiana, desde sus antiguos orígenes. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos relata cómo la comunidad creyente se reunía con asiduidad a escuchar la Palabra y a celebrar la Fracción del Pan. Eso significa, que el culto celebrado era constante.

Esa vida sacramental tan intensa hizo que la comunidad de creyentes tuviera “un solo corazón y una sola alma”; es decir, se vivía en fraternidad y en unidad. nadie pasaba necesidad, porque la comunidad se mostraba solidaria en todo sentido.

Eso nos lleva  a ver ¿cómo vivimos nuestra fe eucarística? ¿con qué asiduidad participamos de la Eucaristía? ¿tiene consecuencias vitales y de mayor compromiso con el mundo y la Iglesia, la participación en la Misa?

Constatamos, no sin dolor, que la participación dominical en la Misa es escasa. Hay parroquias, con un nivel de participación del 10% de los bautizados católicos. En otras, el porcentaje aún disminuye. ¿Cómo tener una fe viva, congruente y comprometida, si no hay vida sacramental perseverante? ¡Eso es imposible!

Participar en la Misa los domingos es acudir al encuentro de Cristo mismo. Eso no es un regalo de nosotros a Dios. Todo lo contrario. El hecho de que tengamos a la mano a Dios, en su Cuerpo y en su Sangre, es obra del amor salvífico de Dios por nosotros. Cristo-Eucaristía vive, sufre y ama por nosotros y en nosotros.

 

PROCESIÓN POR  CALLES, BENDICIÓN PARA LAS FAMILIAS

Es tradicional, en la celebración del Corpus hacer procesión con el Santísimo. Previamente se elige el trayecto a seguir, y se invita a las familias que dignifiquen un espacio en sus casas, para que en el altar improvisado, pueda hacer una Estación el Cuerpo del Señor.

Ese gesto es una bendición para las familias que lo reciben. Dios viene a nuestros hogares. Se hace cercano. Nos bendice y nos acompaña en toda vicisitud que vivimos. La fuerza de Dios llena de esperanza. Por eso, se adorna con flores el altar; se ilumina con luces y veladoras, y se enfervorizan los corazones con los cantos eucarísticos.

Este año, el jueves de Corpus ha sido continuado con el Congreso Eucarístico Diocesano (viernes y sábado). Durante el Congreso hemos reflexionado, orado, cantado y agradecido el Don divino de la Eucaristía. Como lo escribió el papa Juan Pablo II: La Iglesia vive dela Eucaristía; la Eucaristía hace la Iglesia.

El Memorial del Señor, la Eucaristía, nos reúne, como pueblo sacerdotal para celebrar y agradecer el V Centenario de la Primera Eucaristía celebrada en tierras campechanas. Como lo hemos visto a las afueras de la Iglesia de San Francisco Extra Muros se indica que el 22 de marzo de 1517, el sacerdote Alonso González hizo presente el Corpus Christi en esta zona de nuestro País.

Es nuestro deseo, como Iglesia, que cada vez que participemos de la Eucaristía hagamos de ella nuestra vida.  Y, así, lleguemos a decir con san Alberto Hurtado (santo chileno): La Eucaristía es mi vida; y mi vida una Eucaristía prolongada.

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