¿Cristiano de bienestar o cristiano de seguimiento de Jesús? He ahí la cuestión. Así lo ha planteado recientemente el Papa Francisco en una de sus homilías en la capilla de Santa Marta, de donde todos los días Su Santidad nos provoca la reflexión y la acción.

¿En qué se diferencia uno y otro de estos modelos de cristiano que Francisco presenta como disyuntiva existencial?  Los primeros, dice el Papa, son los que piensan que tienen todo si tienen la Iglesia, los sacramentos, los santos… Los segundos, son aquellos que siguen a Jesús hasta el fondo, hasta la humillación de la cruz, y soportan serenamente esta humillación.

La definición del cristiano, es decir, la toma de postura sobre qué cristiano quiero ser, nace de aquella pregunta fundante, que tarde o temprano todos tenemos que plantearnos para revisar nuestra vida cristiana, que el mismo Jesús lanzó a sus apóstoles: «¿Y ustedes (tú) quién dicen (dices) que soy Yo?»

El comentario que hizo el Papa, con sencillez y de manera directa, nos ofrece una luz nítida: «¿Pero para ti quién soy yo? ¿El dueño de esta empresa? ¿Un buen profeta? ¿Un buen maestro? ¿Uno que te hace bien al corazón? ¿Uno que camina contigo en la vida, que te ayuda a ir adelante, a ser un poco bueno? Sí, es todo verdad, pero no acaba ahí, porque ha sido el Espíritu Santo el que toca el corazón de Pedro y le hace decir quién era Jesús: Eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Quién de nosotros en su oración mirando el sagrario dice al Señor: tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”, debe saber dos cosas. La primera es que no puede decirlo solo: debe ser el Espíritu Santo quien lo diga en él. La segunda es que debe prepararse porque Él te responderá».

Francisco ha sido claro al decir que el peligro mayor que corremos los cristianos es el de caer en la «tentación del bienestar espiritual», contentarnos con unas simples prácticas como el ir a misa, dar una limosna, confesar de vez en cuando, una oración a la Virgen y, por lo tanto «no buscar ya nada»

Si pensamos así «somos buenos, todos, porque al menos debemos pensar esto; si pensamos lo contrario es pecado». Pero esto «no basta. El bienestar espiritual es hasta cierto punto». Lo que falta para ser cristiano de verdad es «la unción de la cruz, la unción de la humillación. Él se humilló hasta la muerte, y una muerte de cruz. Éste es el punto de comparación, la verificación de nuestra realidad cristiana. ¿Soy un cristiano de cultura del bienestar o soy un cristiano que acompaña al Señor hasta la cruz? »

 

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