“El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer”. Así inicia el Papa Francisco su mensaje para la 47 Jornada Mundial de la Paz, a celebrarse el próximo 1° de enero de 2014.

En su primer mensaje, titulado “La fraternidad, fundamento y camino para la paz”, el Papa Francisco hace una vehemente exhortación para descubrir, amar, experimentar, anunciar y testimoniar el valor de la fraternidad como una vía para la construcción de la paz. Pero reconoce que “sólo el amor dado por Dios nos permite acoger y vivir plenamente la fraternidad”.

El mensaje del Santo Padre parte de la reflexión de dos citas de la Sagrada Escritura: “¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9); «Y todos ustedes son hermanos» (Mt 23,8), para irse deteniendo en la consideración de seis frases con atributos de la fraternidad: “La fraternidad, fundamento y camino para la paz”, “La fraternidad, premisa para vencer la pobreza”; “El redescubrimiento de la fraternidad en la economía”; ”La fraternidad extingue la guerra”;”La corrupción y el crimen organizado se oponen a la fraternidad”; “La fraternidad ayuda a proteger y a cultivar la naturaleza”.

Francisco considera que “la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera”.

Por eso subraya la importancia capital que tiene la familia como constructora de paz, ya que la “fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia, sobre todo gracias a las responsabilidades complementarias de cada uno de sus miembros, en particular del padre y de la madre. La familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor”.

El Papa hace un breve recuento de situaciones que hoy por hoy lesionan la dignidad del ser humano, sus derechos fundamentales, al estilo de Caín: “testimonio de ello el egoísmo cotidiano, que está en el fondo de tantas guerras e injusticias: muchos hombres y mujeres mueren a manos de hermanos y hermanas que no saben reconocerse como tales, es decir, como seres hechos para la reciprocidad, para la comunión y para el don”.

Ante ese panorama que puede antojarse sombrío, el Papa presenta el único camino de esperanza: Cristo, en quien la fraternidad humana ha sido regenerada, gracias a su muerte y resurrección. “La cruz es el ‘lugar’ definitivo donde se funda la fraternidad, que los hombres no son capaces de generar por sí mismos. Jesucristo, que ha asumido la naturaleza humana para redimirla, amando al Padre hasta la muerte, y una muerte de cruz, mediante su resurrección nos constituye en humanidad nueva, en total comunión con la voluntad de Dios, con su proyecto, que comprende la plena realización de la vocación a la fraternidad”.

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