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Este 19 de febrero, según la tradición, se cumplen 515 años del nacimiento del ilustre franciscano Bernardino de Sahagún, misionero e historiador, «padre de la antropología en el Nuevo Mundo» -como lo ha llamado Miguel León-Portilla-, cuya vida y presencia en la Nueva España destacan por el estudio histórico y etnográfico de los naturales de estas tierras; autor de la Historia general de las cosas de la Nueva España, también conocido como Códice Florentino.
Fray Bernardino nació en Sahagún, en el reino de León, España en 1499. Se dice que su apellido era Ribeira y que lo cambió por el nombre de su pueblo natal. Estudió en la Universidad de Salamanca, tomó el hábito franciscano y en 1524 se ordenó sacerdote. Cinco años más tarde, junto con otros frailes se embarcó, en un viaje sin retorno, para la Nueva España, donde murió nonagenario en 1590 en el convento de San Francisco El Grande.
Franciscano itinerante
Los primeros años de su residencia los pasó en Tlalmanalco (1530-1532) y luego fue guardián del convento de Xochimilco y, por lo que se conjetura, también su fundador (1535).
Enseñó latinidad en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco durante cinco años a partir de su fundación, el 6 de enero de 1536; y en 1539 era lector en el convento anexo a la escuela. Entregado a varios menesteres de su Orden anduvo por el Valle de Puebla y la región de los volcanes (1540-1545). Vuelto a Tlatelolco, permaneció en el convento de 1545 a 1550. Estuvo en Tula en 1550 y 1557. Fue definidor provincial (1552) y visitador de la custodia del Santo Evangelio, en Michoacán (1558). Trasladado al pueblo de Tepepulco en 1558, permaneció allí hasta 1560, pasando en 1561 de nueva cuenta a Tlatelolco. Allí duró hasta 1565, año en que fue a residir al convento Grande de San Francisco de la ciudad de México, donde permaneció hasta 1571, para regresar otra vez a Tlatelolco. En 1573 predicó en Tlalmanalco. Fue de nuevo definidor provincial de 1585 a 1589.
Ministerio de la Palabra divina y la palabra humana
Aprendió a la perfección el náhuatl, el idioma de mayor difusión entre los indígenas. Sin dejar de ejercer su ministerio sacerdotal, atendió también a otros encargos en la capital y en otros conventos; pero su tarea principal fue la enseñanza y la investigación. Durante unos cuarenta años fue profesor y, por temporadas, rector del Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco para la formación de indios y del clero local.
Según León-Portilla, fueron casi 60 años los que el fraile franciscano dedicó a sus investigaciones antropológicas, las cuales inició en el actual municipio de Tepeapulco, Hidalgo.
Las cosas de la Nueva España
Desde 1540 se consagró con inteligencia, método y tenacidad a la gran obra de su vida: el estudio de las cosas del México precortesiano, llegando a escribir, entre 1547 y 1577, la Historia general de las cosas de Nueva España. Con la consulta permanente de ancianos respetables, de sus alumnos trilingües (náhuatl, castellano y latín) y de escribanos, logró recopilar y describir todo lo que se refiere a la vida de los antiguos mexicanos: creencias religiosas, cultos, ritos, historia, calendario, vida familiar, fiestas, labores agrícolas, trabajos manuales, etc. Algunos mexicanos no dudan en considerarlo como «el libro de México para regalo de la cultura universal». Los etnólogos lo consideran la mejor fuente para la antigüedad mexicana.
La obra consta de 12 libros y está dispuesta en tres columnas paralelas: para el español, para el náhuatl y para las notas, fuentes y comentarios y su importancia en el campo antropológico, lingüístico y literario, y es reconocida de todos. El etnólogo Miguel Acosta Saignes afirma: «Sahagún fue un genial precursor de la etnografía… Con irreprochable método que siglos más tarde habría de hacer suyo la etnografía, Sahagún preparó una sinopsis de la obra que se proponía, para recoger, conforme a ella, el material necesario.
Consultó informantes, a quienes consideró absolutamente idóneos, y sometió el material recogido y elaborado a sucesivos mejoramientos hasta cuando, ya cernido, consideró suficiente su empeño. Deseoso de no faltar a la verdad y para que cada quien pudiese en el futuro juzgar sobre su atingencia, anotó las circunstancias en las cuales recogió informes, los nombres y conocimientos de quienes con él trabajaron y los repasos a los cuales hubo de someter la Historia».
Fray Bernardino, con el apoyo del Motolinía y de otros superiores -aunque algunos se opusieron, logrando detener por algunos años el avance de la obra-, pensaba en un manual para la formación de los misioneros. En cuanto al idioma náhuatl, escribe en el prólogo del libro primero: «Es para redimir mil canas, porque con harto menos trabajo de lo que aquí me cuesta, podrán los que quisieren, saber en poco tiempo muchas de sus antiguallas y todo el lenguaje de esta gente mexicana».
En sí misma, la Historia general de este ilustre misionero es también una respuesta a la mentalidad de esos conquistadores y eclesiásticos que fueron partidarios del método de la tábula rasa en todo lo que se refería a las creencias religiosas de los indios. Sus opositores lograron incluso tener una real cédula de Felipe II, con fecha 22 de abril de 1577, prohibiendo la publicación y difusión de los manuscritos de fray Bernardino. Su Historia generalquedó inédita hasta 1829-1830 en que se publicó en México el texto castellano. Muchos otros escritos suyos, tanto en castellano como en náhuatl, siguen inéditos o se perdieron.
Fuente: Romeo Ballán, Bernardino de Sahagún: precursor de la etnografía, en R. Ballán, Misioneros de la primera hora. Grandes evangelizadores del Nuevo Mundo. Lima 1991, pp.260-263.