Por Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas |
En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, el partido allí mayoritario presentó una iniciativa de ley para permitir una más liberal distribución y compra de marihuana, aduciendo para ello razones terapéuticas y de salud pública.
Es lamentable que esta postura pueda llegar a prevalecer en esa entidad federativa, presumiendo de ser una capital moderna, que sigue el ejemplo de otras capitales y ciudades que han hecho lo mismo. Deberían imitar lo bueno, no lo que es perjudicial para el pueblo. Y nos preocupa que después otros estados imiten lo permitido en la capital
Es mentira que con la liberalización de esta droga se reduzca el gran negocio y los crímenes del narcotráfico, pues habrá más clientes que la compren. Con ello, los cárteles obtendrán mayores ganancias y habrá más gente sin control de sí misma.
Es preocupante que se ponga a disposición de los jóvenes una hierba que daña su cerebro aun físicamente, pero sobre todo que les oscurece la mente y les encierra en un círculo que los hace inútiles y hasta peligrosos para la sociedad, pues al consumirla dejan de ser dueños plenos de sus reflejos y no controlan bien sus instintos.
Es deplorable que no piensen en las familias, que sufren tanto por un adicto a las drogas, pues es tanto como perder a un hijo, sentirse incapaces de enderezarlo, pensar que lo único que pueden hacer es encerrarlo, esconderlo, o internarlo en un centro de rehabilitación.
Si se aduce que la libertad para vender y consumir alcohol redujo la criminalidad y las mafias de otros tiempos, no es verdad, pues el alcohol ha invadido a los adolescentes, también a las mujeres, pues cualquiera lo puede comprar en expendios públicos y clandestinos. Esta libertad les ha llevado a caer en vicios, en prostitución, en dejar el estudio y su casa, en unirse a pandillas de vagos y malvivientes, en ser un peligro para la comunidad. El mal uso actual del alcohol debería detener la posibilidad de mayor libertad para vender y consumir marihuana, que hace más daño
Como diócesis, estamos empeñados en una lucha permanente contra el alcoholismo, pues sufrimos con las familias y las comunidades por los excesos y las degradaciones que trae consigo. Con mayor razón lucharemos contra el libertinaje del uso y venta de la marihuana, por sus efectos más nocivos.
Exhortamos a los padres de familia, a los educadores y a los líderes de otras denominaciones religiosas a que hagamos lo posible por evitar que nos contagie este declive social que significa el libertinaje en el uso de las drogas y del alcohol.