El Observador |

Este martes 1 de abril una delegación de obispos de Estados Unidos realizó un recorrido por el desierto de Nogales, Arizona, en la frontera con México, y celebró la Eucaristía para generar conciencia sobre los dramas de la migración y  para orar por los miles de migrantes que han muerto en ese lugar, desde que se puso en marcha el Operativo Guardián en 1998, en su intento por cruzar al país del Norte.

En la barda que divide los dos Nogales, del lado estadounidense el Cardenal Sean O’Malley, Arzobispo de Boston, presidió la Misa que fue seguida por ciudadanos mexicanos del otro lado de la línea divisoria. En su homilía denunció que cada año se encuentran alrededor de «400 cadáveres: cuerpos de mujeres, hombres, niños, buscando entrar en este país»; y subrayó que este no es sólo un problema de índole económico sino moral.

«En los huaraches de los migrantes»

Al recorrer la ruta que los migrantes atraviesan por el desierto, monseñor Eusebio Elizondo, obispo auxiliar de Seattle, señaló que las personas que ahí han muerto no son narcos ni traficantes de armas, sino personas que buscan una vida mejor para ellos y sus familias; y enfatizó que la peregrinación de los obispos católicos a esa zona de muerte no es para hacer proselitismo sino para generar conciencia de lo que pasa ahí: es resaltar «el sufrimiento humano causado por un sistema migratorio fallido, un aspecto del debate nacional sobre inmigración que es frecuentemente pasado por desapercibido».

El también presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), enfatizó que «lo que fallamos en recordar en este debate es el aspecto humano de la inmigración, que la inmigración es primordialmente sobre seres humanos y no sobre temas económicos o sociales».

El obispo auxiliar de Seattle expresó que «quienes han perdido la vida y quienes son deportados diariamente, tienen el mismo valor y la dignidad innata que Dios le ha dado a todas las personas, pero aun así, no vemos sus sufrimientos y sus muertes […] demostramos nuestra indiferencia cuando minimizamos o pasamos por alto ese sufrimiento y esas muertes, como si esas personas no merecen nuestra atención. Esto nos rebaja como nación».

Siguiendo el ejemplo del Papa Francisco

En un comunicado emitido antes de la peregrinación de los obispos, la USCCB señaló que esta acción «sigue el ejemplo del Papa Francisco en Lampedusa, Italia» y se une al llamado de millones de voces que claman una reforma migratoria comprensiva. Además, señala el documento, los obispos estadounidenses se dicen dispuestos a sentarse a dialogar con los congresistas para que pueda aprobarse pronto la urgente reforma migratoria.

La delegación de obispos estuvo compuesta, además del Cardenal O’Malley, por Eusebio Elizondo, presidente del Comité de Migración de la USCCB; el obispo de Tucson, Gerald Kicanas; el obispo emérito Ricardo Ramírez y Óscar Cantú obispo en funciones, ambos de la Cruces, Nuevo México; así como Luis Zarama, obispo auxiliar de Atlanta y Mark Seitz de El Paso, Texas.

 

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