Esta mañana de miércoles, en la Audiencia General,  el Papa Francisco comenzó una serie de catequesis sobre los dones del Espíritu Santo, de quien dijo «es la linfa vital del amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada. Es el don de Dios por excelencia que a quien lo recibe comunica diversos dones espirituales».

Ante miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre se refirió al don de la sabiduría, aquella de Salomón que no pidió a riqueza, éxito, fama, larga vida sino “un corazón dócil que sepa distinguir el bien del mal”. La sabiduría es lo que hace en nosotros el Espíritu para que veamos cada cosa con los ojos de Dios.

Esta sabiduría nace de la intimidad con Dios, en la cual el Espíritu nos hace contemplativos. Esta sabiduría no es una persona que sabe todo, sino que sabe cómo actúa Dios, cuando una cosa es de Dios y cuando no es de Dios. Es una experiencia sobrenatural que hace sentirse siempre con el Señor, entre sus manos, y compartir su alegría, su paz y su irrefrenable pasión por cada hombre.

Finalmente, Francisco aseveró que el Espíritu Santo hace que el cristiano tenga el gusto y el sabor de Dios y preguntó: ¿tiene mi vida el gusto y el sabor de Dios; el sabor del Evangelio, o es insípida?

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