CRÓNICA DE LA VISITA AD LIMINA / Por Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de San Cristóbal de Las Casas /

Otro día sumamente intenso. Por la mañana, decidimos participar en la audiencia general que el Papa concede cada miércoles, para toda la gente que quiera estar. Nada se paga y desde temprano empiezan a llegar, para tener un lugar cercano a donde pasará el Papa. Es un acontecimiento eclesial, una vivencia de catolicidad, un sentimiento de globalización espiritual, porque calculamos que estábamos en la Plaza de San Pedro unas sesenta mil personas. Los de logística del Vaticano nos dicen que pusieron 35 mil sillas, y había casi el doble de personas de pie, de todo el mundo.
Antes de que llegara el Papa, tuvimos oportunidad de estar un buen rato ante la tumba de San Juan Pablo II. Allí pusimos nuevamente las intenciones y necesidades de nuestros pueblos y de nuestras familias. Nos da mucha confianza su intercesión, sobre todo por las familias.

El Papa salió a buena hora para recorrer los pasillos por donde estaba en mucho orden la gente, saludando de carca a niños, enfermos y otros afortunados. Al final, también nosotros gozamos de estrechar su mano y de recibir algún mensaje muy personal para algunos de nosotros. Le ofrecimos nuestras plegarias por su próximo viaje a Tierra Santa, que es de mucha trascendencia.

Su catequesis, muy sencilla, se centró en el don de ciencia que concede el Espíritu, que no consiste en la acumulación de conocimientos, sino en descubrir el sentido que tiene la vida desde el corazón de Dios. Insistió con mucha fuerza en el respeto que debemos tener con toda la creación, porque de no hacerlo, nosotros mismos nos destruimos. Cuidar la naturaleza no es moda ecológica, sino cuidar la obra que Dios hizo para nuestro bien.
Un poco después de las 11 horas, estuvimos en el encuentro con el Pontificio Consejo para la Cultura, entendida ésta no como cosa de intelectuales y de obras artísticas, sino del estilo de vida que configura los pueblos y las personas. Las culturas han cambiado mucho y esto no se puede detener. Las generaciones se han distanciado en forma muy precipitada unas de otras. Lo que antes era aceptado por todos, ahora muchos no lo quieren. El Papa nos insiste mucho en la evangelización de las culturas, para que se configuren según el modelo del Evangelio, pero debemos aprender los nuevos lenguajes, los símbolos, las imágenes, el valor de la corporeidad y de la cercanía física. El mundo detesta la distancia que algunos adoptan ante los demás, y aprecia mucho el tocar, el sentir, el palpar, el estar cerca. Las culturas son dinámicas y hemos de estar atentos a los cambios culturales.

La misma teología no puede quedar estática, pues no ha quedado fija ya para siempre, sino que hoy se pueden expresar las mismas verdades de la fe con otros lenguajes. La Teología India es un intento fronterizo, por ello delicado y no siempre fácil de comprender, para descubrir la forma en que los pueblos indígenas expresan su fe católica con otros símbolos y otros lenguajes, con mitos y ritos que no son magia ni sincretismo, sino otra manera de concebir a Dios y de estar cerca de El. Temas apasionantes y no de fácil aceptación.

Por la tarde, celebramos la Eucaristía en la Basílica de San Juan de Letrán, que es la catedral del Papa, como Obispo de Roma. Nuestra Visita no se limita a reuniones, sino que incluye momentos importantes de oración personal y comunitaria. En esos momentos, nos unimos a toda la Iglesia, y tenemos muy presentes las intenciones de nuestras respectivas diócesis. Traemos con nosotros los gozos y las esperanzas, los dolores y los sufrimientos de nuestros pueblos. Venimos no a título personal, sino en representación de nuestras Iglesias locales.

Por la noche, estuvimos en una celebración y una convivencia fraterna con los Legionarios de Cristo. Quisimos acompañarles para darles ánimo, pues han sufrido mucho. Es deplorable lo que vivió su fundador, pero la gran mayoría de ellos son sacerdotes excelentes y les manifestamos que no están solos en su proceso de renovación. Les alentamos con nuestro apoyo fraterno.

 

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