Por Leticia González Luna |

La educación es una aventura fascinante que dura toda la vida; constituye un proceso de enseñanza-aprendizaje para el desarrollo humano integral, mejora personal y calidad personal del educando mediante la adquisición de hábitos operativos buenos –responsabilidad, laboriosidad, respeto, lealtad, solidaridad, justicia, prudencia, autodominio…-, el crecimiento en conocimientos y el desarrollo de habilidades y actitudes que lo hagan capaz de tomar buenas decisiones y ser responsable de sus actos.

Una educación de calidad promueve en los educandos las facultades racionales propias de su condición personal: la inteligencia que hace posible el conocimiento de la realidad y la voluntad para decidir por aquello que nos hace ser mejores; estimula la capacidad de abstracción, la reflexión, el análisis, la capacidad de síntesis, la creatividad, la innovación, la planeación del futuro, además de la memoria y el manejo inteligente de las emociones.

En el sector educativo el factor crítico para la mejora educativa es la calidad humana y el compromiso del docente con los educandos, factores posibles mediante su continua formación académica y humana en todos los niveles. Una educación de calidad protege la integridad física, mental y espiritual de educandos y educadores.

Todos somos educadores y educandos a lo largo de la vida y tenemos el derecho a ser educados. Diversos instrumentos internacionales vinculantes exigen a los Estados parte ser subsidiarios con los padres para proteger ese derecho de los hijos pues es una obligación de los padres el ser los principales responsables de educar a los hijos conforme a sus principios y creencias.

¿Qué pasa en México?

Sin embargo, en México los planes estudio y programas oficiales de educación desde kinder están ideologizados con la perspectiva de género, una Ideología sin sustento científico que desvincula el sexo biológico de la persona, del género – rol a desempeñar -, que considera que la identidad personal es una construcción cultural producto de la experiencia y del conocimiento personal – una decisión personal – y al sexo, un producto de consumo. En síntesis la perspectiva de género está enseñando: sexo sin hijos, hijos sin sexo, diversidad sexo-genérica como opción y el ´poliamor´.

Las consecuencias del uso masivo de anticonceptivos y preservativos del sexo ´seguro´ que aprenden nuestros niños son el aumento exponencial de embarazos adolescentes, de ETS y muerte por contagio, de hogares monoparentales, niños de la calle, de infidelidad y desintegración familiar, de explotación de la mujer – vientres de alquiler y sobre ovulación de la mujer pobre – de niños víctimas de trata y prostitución…

Dichos programas con ´visión´ de género están generando la violencia personal, familiar y escolar al:

– fracturar la identidad personal sexual – ya no es lo que es: niño o niña -,

– convertir a la persona en objeto de consumo sexual y dar lugar al acoso y abuso sexual entre los niños y de parte de los maestros,

– provocar el rompimiento de la identidad del matrimonio y de la familia pues equipara cualquier relación al matrimonio y a la familia naturales,

– dar lugar a que el Estado deje de proteger especialmente a dichas instituciones para que cumplan con sus deberes que a la vez son derechos de los esposos, de los padres y, sobre todo, de los hijos.

La corrupción de la mente de niños y de sus maestros y la inducción a una actividad sexual de alto riesgo y/o precoz, vulnera los derechos de los padres como principales responsables de educar a sus hijos ya que el Estado los está sustituyendo en lugar de ayudarlos a cumplir con su responsabilidad de proteger la integridad física, mental y espiritual de sus hijos… Los padres confiados no están enterados o ya no ven el problema.

 Datos, datos…

El fracaso de dichos programas ideologizados lo demuestran indicadores provenientes de la OCDE (PISA), de la SEP (ENLACE) en su momento, del INEE (EXCALE) y de otros más que coinciden en señalar que el nivel de aprendizaje de nuestros alumnos sigue siendo bajo en habilidades de lectura, matemáticas y ciencias.  El rezago educativo aumenta año con año. Una tercera parte de la población mayor de 15 años no ha concluido su educación básica, 34 millones de personas. El 60 por ciento de las personas entre 25 y 32 años no ha completado la educación media superior.

En síntesis: el actual modelo educativo provoca ignorancia, abuso, violencia y pobreza. Eliminar la ideología de género de los planes y programas de estudio de la SEP sería el primer paso para permitir una educación de calidad en México.

 

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