PINCELADAS | Por Justo López Melús |
Hay que mirar intensamente, quitar estorbos y prejuicios, lavarse los ojos para descubrir valores, empañados muchas veces por la rutina y el cansancio. Pero no basta. Hay que mirar también en cercanía, que la distancia es como la bruma que impide ver las cosas. «No juzguéis únicamente según las apariencias, debéis juzgar con rectitud» (Jn 7, 24).
Marchando un día hacia la montaña, muy temprano y con un tiempo brumoso, percibí en la ladera algo que se movía, y tan raro que lo tomé por un monstruo. Cuando estuvo más cerca vi que era un hombre. Cuando por fin lo alcancé, descubrí que era mi hermano.