DESDE LA AZOTEA | Por Gilberto Hernández García |

El 25 de agosto de 2010 conocimos una noticia que nos llenó de indignación: en un predio de la localidad de San Fernando, Tamaulipas, fueron encontrado los cuerpos de 72 personas que habían sido asesinadas. Después se supo que todos ellos habían sido migrantes de diversas nacionalidades, la mayoría centroamericanos.

Han pasado cuatro años, pero la cifra no se ha detenido. Y ya no es sólo San Fernando. En esas fosas caben miles de personas que salieron con la esperanza a cuestas y se enfrentaron con un muro de violencia, corrupción contubernio entre criminales y autoridades, que les ha cerrado el paso. La muerte es un camino posible.

Hoy, San Fernando y sus muertos sigue interpelando a toda una nación. Las historias de los sobrevivientes nos ponen en alerta: ¿cuántos muertos más se necesitan para ablandar el corazón de las autoridades para asegurar un traslado sin peligros para toda esta gente, cuyo delito es ser pobre y soñar con una vida nueva? Ante una crisis humanitaria habrá que dar una respuesta humanitaria.

Son muchos los riesgos para los migrantes que atraviesan México, pocas las manos que están ayudando en sus necesidades…Y así no puede ser… Las palabras del Maestro tienen que resonar con más fuerza en el corazón: «…porque fui forastero y me acogiste…»

Por favor, síguenos y comparte: