Por Francisco Xavier Sánchez |

El premio Nobel de la Paz 2014 se acaba de otorgar a dos grandes defensores infantiles. A Malala, la joven paquistaní de tan sólo 17 años de edad (la persona más joven en recibir el Nobel de la Paz), y al indio Kailash, crítico del trabajo infantil. Me alegro de esta decisión que hace que los gobiernos de todos los países centren su atención en millones de niños y niñas que, en todo el mundo, siguen sufriendo diferentes clases de explotación. Por lo menos en esta ocasión el jurado de Noruega no se equivocó cuando por ejemplo en el 2009 se lo dieron al presidente Obama.

Todos los premios Nobel son hermosos (Medicina, Literatura, etc.), pero hay uno que nos hace vibrar en particular y es el Nobel de la Paz. Porque promover la paz en el mundo es tocar la fibra más sensible de los seres humanos, y que es la búsqueda de la fraternidad universal. Las religiones, la política, la cultura, el deporte, en fin, todas las actividades humanas deben tener como una de sus principales finalidades, enseñarnos y ayudarnos a buscar un mundo más fraterno y justo.

Termino citando algunas frases de la adolescente Malala Yousafzai, dichas en diferentes ocasiones.

  • “Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar al mundo. La educación es la única solución”. Discurso ante la Asamblea General de la ONU.
  • “Vivimos como una familia de naciones, es necesario que cada miembro de esta familia reciba oportunidades iguales de crecimiento económico, social y especialmente educacional (…) Si un miembro se rezaga, el resto nunca podrá continuar hacia delante”. Discurso ante los miembros de la Commonwealth.
  • “La educación es un poder para las mujeres, y eso es por lo que los terroristas le tienen miedo a la educación. Ellos no quieren que una mujer se eduque porque entonces esa mujer será más poderosa”.Entrevista en The Daily Show.
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