Por Leo García-Ayala |

Acabo de conocer un movimiento eclesial que me ha dejado impresionado, tanto por su origen como por su ardua actividad a lo largo y ancho del mundo, en campos muy concretos como la paz y la libertad. Lo más interesante es que esta iniciativa la puso en marcha un joven.

Hace 45 años nació en Roma la Comunidad “San Egidio”, ideada y soñada por un joven que tenía entonces menos de veinte años, Andrea Riccardi. Comenzó reuniendo a un grupo de estudiantes de bachillerato para escuchar y poner en práctica el Evangelio. La primera comunidad cristiana de los Hechos de los Apóstoles y Francisco de Asís fueron sus primeros puntos de referencia.

El pequeño grupo comenzó enseguida a ir a la periferia romana, entre las chozas que rodeaban a la Roma de aquel tiempo, donde vivían muchos pobres, y comenzaron así a dar clases a los niños por la tarde: era la Escuela Popular (que hoy se llama Escuela de la Paz en muchos sitios del mundo).

Desde aquel momento la comunidad ha crecido mucho, y hoy se encuentra en más de 70 países del mundo de 4 continentes. Igualmente el número de miembros de la comunidad crece constantemente: hoy son unos 50 mil. Sin embargo, es bastante difícil calcular el número de todos los que se unen de diversas maneras a las actividades del servicio de la comunidad, y de todos aquellos que colaboran de forma estable y significativa al servicio de los más pobres y en las otras actividades desarrolladas por San Egidio sin que formen parte en sentido estricto.

Las “obras”

San Egidio hoy en día concreta una serie de obras que se han convertido en ejes clave de su identidad y misión:

La primera obra de la Comunidad de San Egidio es la oración. A partir del encuentro con la Escritura, puesta en el centro de la vida, nació una propuesta personal y común que era nueva para aquellos jóvenes de 1968 que buscaban una vida más autentica. Escuchar y vivir la Palabra de Dios como la cosa más importante de la propia vida quiere decir aceptar no seguirse a uno mismo, sino a Jesús. La imagen más auténtica es la que constituye la comunidad en oración, cuando se reúne a escuchar la Palabra de Dios.

La segunda obra de la comunidad es la comunicación del Evangelio, En la experiencia de San Egidio ser discípulos y vivir y comunicar la Palabra de Dios son sinónimos. Se trata de una experiencia de alegría y fiesta, vivida en una “fraternidad misionera”.

La tercera obra característica de San Egidio, auténtico pilar y compromiso cotidiano desde los comienzos, es el servicio a los más pobres, vivido como una amistad. Los primeros estudiantes que en el ’68 se juntaron en torno a la Palabra de Dios, sintieron que el Evangelio no podía vivirse lejos de los pobres: los pobres como amigos y el Evangelio como buena noticia para los pobres.

No cabe duda que obras como la de la Comunidad San Egidio se convierten en inspiración para superar el estado de cosas que vivimos y que clama por una renovación. Ha sido una forma muy concreta de adelantar el Reino de Dios.

¿Quieres conocer a la comunidad San Egidio? Visita: www.santegidio.org o en el «face»: https://www.facebook.com/ComunidadSantEgidioMexico

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