Por Gilberto Hernández García |
Este sábado 25 de octubre, la comunidad académica de la Universidad Pontificia de México celebró una Eucaristía, presidida por su rector, Mario Ángel Flores, en la Basílica de Guadalupe, para orar por los jóvenes estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa y por sus familiares.
El padre Mario Ángel señaló en la homilía que la UPM, en comunión con otras instituciones educativas de inspiración católica, que «celebra este momento de oración para manifestar nuestra solidaridad y cercanía con las familias de los seis jóvenes asesinados en Iguala Guerrero el 26 septiembre y los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapan, brutalmente desaparecidos esa misma noche».
El rector de la UPM dijo que en medio del dolor por esta tragedia, destaca especialmente el sufrimiento de sus hermanos y hermanas, de sus padres y madres: «Qué dolor más grande puede experimentar el corazón de una madre que la muerte de su hijo. No podemos dejar de pensar ante esta escena en la Virgen María junto a la cruz, contemplando desolada a su Hijo, muerto, masacrado, a causa de la injusticia y la crueldad humana. Mientras unos se lavan las manos, otros se gozan destruyendo la vida».
Recordó que María «es también Madre espiritual del pueblo sencillo y creyente, como lo son, sin duda, cada una de las familias de todos estos jóvenes, por eso que ahora, una vez más, María comparte el dolor por la muerte de sus hijos a causa de la misma maldad humana que ha destrozado a su Hijo Jesucristo en la cruz». Y dijo a los familiares: «la muerte no tiene la última palabra, Cristo venció a la muerte, Cristo resucitó y en Él está la esperanza de nuestra propia resurrección».
El padre Flores Ramos denunció que éste no es un hecho aislado: «No es una tragedia accidental, se debe enmarcar en medio de una profunda crisis cultural que invade nuestro país, fruto de una descomposición social en todos los niveles: ausencia de valores y de sentimientos de humanidad: Muchas otras masacres, muchos otros jóvenes, muchas otras víctimas que sería interminable enumerar preceden esta fecha que hoy recordamos».
Hizo un fuerte llamado a la clase política a asumir una clara decisión para dignificar la actividad política de nuestro país, «afectada por una corrupción endémica difícil de erradicar pero no imposible de superar»; aunque reconoció que no basta la buena voluntad, ni buenos discursos, «se requiere una estrategia clara y una actitud firme. La impunidad es la fuente de la injusticia», dijo el sacerdote.
Además recordó a la Iglesia que ella «tiene una gran responsabilidad que no siempre afronta. No debemos ser una comunidad ajena a la realidad que nos rodea, no debemos automarginarnos en la participación de lo que sucede cada día. No nos debemos quedar en una autoreferencialidad, nos dice el Papa Francisco, al contrario, debemos ser una Iglesia en salida, una Iglesia que va al encuentro de los otros, especialmente en camino hacia las periferias sociales y existenciales».
«La Iglesia se hace presente para fortalecer la fe y la esperanza de quienes viven las consecuencias de la violencia y la injusticia. Pero debe ir más allá, debe ser mucho más propositiva para ayudar a recuperar el tejido social desde las familias y las comunidades, proponiendo el Evangelio y la autenticidad de vida. Muchas religiosa, muchos sacerdotes están verdaderamente comprometidos con la gente. Pero falta más», reconoció.
El también miembro de la Comisión Teológica internacional hizo un llamado a la sociedad a no permanecer indiferente, a no perder su capacidad de indignación, «pero nada logramos si buscamos cambiar la cosas por caminos violentos. Los grupos vandálicos no pueden representar a la auténtica sociedad mexicana», señaló. Y expresó, además que «somos una sociedad necesitada de conversión», y que «la tragedia de Ayotzinapan nos ha puesto al descubierto a todos: Esta sociedad que estamos construyendo está llena de rencores, de desigualdades, de divisiones, de injusticia y corrupción, frutos amargos todos ellos. Siempre es un tiempo oportuno para ser mejores», Concluyó.