Por Felipe Arizmendi, Obispo de San Cristóbal de Las Casas |

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Alegando el derecho a la libertad de expresión, una revista satírica de Francia, que acostumbra burlarse de todo y de todos, fue atacada por extremistas islámicos, con varias personas muertas y heridas, como represalia por sus caricaturas contra Mahoma. Todos lamentamos ese ataque y nos unimos a las muchas manifestaciones de solidaridad con las víctimas y a las exigencias de respeto a la libertad de expresión, pero han sido pocos quienes han criticado también los excesos de dicha revista y su falta de respeto a las creencias de los demás. Unos exigen respeto para ellos, pero ellos no respetan a los demás.

Como una conquista de la necesaria libertad de expresión, hay periódicos, revistas y periodistas que hablan con mucho desparpajo contra autoridades e instituciones, muchas veces criticando justamente los abusos que cometen, pero en otras sólo dando rienda suelta a su imaginación, a sus resentimientos, a sus propios complejos de inferioridad, a su falta de información. Tergiversan dos o tres datos que son verídicos, y lo demás lo inventan según sus posturas ideológicas. No es raro que los aludidos recurran a venganzas y a tácticas intimidatorias, como amenazas, secuestros y asesinatos. Todos condenamos estos métodos represores, pero ¿quién pone límites a quien juzga y condena sin justicia y sin verdad?

PENSAR

Jesucristo dice: “La verdad los hará libres” (Jn 8,32). Pero advierte: “No juzguen y no serán juzgados. Como juzguen, se les juzgará. La medida que usen para medir a los otros, la usarán con ustedes. Traten a los demás como quieren que les traten a ustedes” (Mt 7,1-2.12). Cuando un soldado le golpea injustamente la cara, no reacciona con otro golpe; sólo pregunta el motivo de esa agresión (cf Jn 18,23) y responde con el perdón.

El Concilio Vaticano II dice sobre la libertad: “La orientación del hombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad, la cual posee un valor que nuestros contemporáneos exaltan con entusiasmo. Y con toda razón. Con frecuencia, sin embargo, la fomentan de forma depravada como si fuese pura licencia para hacer cualquier cosa, con tal que deleite, aunque sea mala. La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión, para que así busque espontáneamente a su Creador, y adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfección. La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberado totalmente de la cautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre elección del bien y se procura medios adecuados para ello con eficacia y esfuerzo crecientes. La libertad humana, herida por el pecado, para dar la máxima eficacia de esta ordenación a Dios, ha de apoyarse necesariamente en la gracia de Dios. Cada cual tendrá que dar cuenta de su vida ante el tribunal de Dios según la conducta buena o mala que haya observado” (GS 17).

El Papa Francisco, por su parte, dijo en relación con el ataque a esa revista francesa: “Todos tenemos no sólo la libertad, sino el derecho y también la obligación de decir lo que pensamos para ayudar a construir el bien común. Pero no se puede provocar. No puedes insultar la fe de los demás. No puedes burlarte de la fe. No se puede. Toda religión tiene dignidad y no me puedo burlar de ella. Y esto es un límite. En esto de la libertad de expresión, hay límites. No puedo insultar constantemente, provocar a una persona constantemente, porque me arriesgo a enojarla, y me arriesgo a recibir una reacción injusta, que no es justa, pero eso es humano. La libertad de expresión debe tomar en cuenta la realidad humana, y por esta razón uno debe ser prudente, debe ser educado. La prudencia es una virtud que regula nuestras relaciones. La libertad debe ser acompañada por la prudencia” (15.19-I-2015).

ACTUAR

No abuses de tu libertad. Respeta a los demás, para que te respeten a ti.

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