En la homilía que pronunció ante los nuevos cardenales,el Papa Francisco señaló que «el cardenalato ciertamente es una dignidad, pero no una distinción honorífica. Ya el mismo nombre de ‘cardenal’, que remite a la palabra latina ‘cardo – quicio’, nos lleva a pensar, no en algo accesorio o decorativo, como una condecoración, sino en un perno, un punto de apoyo y un eje esencial para la vida de la comunidad. Sois ‘quicios’ y estáis incardinados en la Iglesia de Roma, que ‘preside toda la comunidad de la caridad’ .
El Santo Padre recordó que en la Iglesia, »toda presidencia proviene de la caridad, se desarrolla en la caridad y tiene como fin la caridad. La Iglesia que está en Roma tiene también en esto un papel ejemplar: al igual que ella preside en la caridad, toda Iglesia particular, en su ámbito, está llamada a presidir en la caridad».
Francisco exhortó a los cardenales, particularmente a los nuevos, a inspirarse en el »himno a la caridad», de la primera carta de san Pablo a los Corintios, en el desarrollo del ministerio: «Será bueno que todos, yo en primer lugar y vosotros conmigo, nos dejemos guiar por las palabras inspiradas del apóstol Pablo, en particular aquellas con las que describe las características de la caridad».
Sobre todo, el Papa pidió al Colegio cardenalicio: «Que el Pueblo de Dios vea siempre en nosotros la firme denuncia de la injusticia y el servicio alegre de la verdad».
Terminada su alocución, el Papa ha pronunciado la fórmula de creación de los nuevos cardenales, sus nombres y el orden diaconal o presbiteral al que han sido asignados. Los nuevos cardenales han recitado el Credo y el juramento de fidelidad y obediencia al Papa y a sus sucesores. Seguidamente, recibieron la birreta cardenalicia y el anillo de manos del Papa, que les ha asignado también el título o la diaconía.