Por Gilberto Hernández García |

Uno de los grandes lastres de la Iglesia en México es la «documentitis»: muchas declaraciones de parte de nuestros pastores -muy bien elaboradas, con fundamentaciones sólidas desde la Escritura y el Magisterio, con aceptables análisis de realidad-, pero que, lamentablemente, no tienen incidencia, no llegan a las bases y, por tanto, se convierten en «palabras que se lleva el viento».

También es conocida la situación, tantas veces denunciada, del retraso con el que la jerarquía católica del país reacciona ante las situaciones difíciles por las que México viene atravesando. Es claro que no se puede salir improvisadamente o con imprudencia a opinar sobre asuntos trascendentes de la vida pública, pero eso no puede convertirse en pretexto para no pronunciarse con firmeza.

Lo más grave, desde mi punto de vista, es que ante los grandes desafíos el episcopado mexicano no logra articular estrategias de acción pastoral claras y concretas, incidentes, que involucren a toda la Iglesia en estas tierras; que presenten a la sociedad en su conjunto el rostro y el espíritu de una Iglesia comprometida, servidora, «samaritana», empeñada en caminar al lado de las víctimas.  No se duda que existan iniciativas de atención a víctimas de la violencia, intentos de recomposición del tejido social, pero da la impresión de que los pastores o los organismos de la Iglesia en México, no se pueden poner de acuerdo en una acción común y efectiva.

Basta ver los ejemplos de la Iglesia católica en algunos países latinoamericanos, que articulan campañas para atender las coyunturas sociales o para insertarse en procesos nacionales de transformación de la realidad. Los casos de Colombia y Brasil son por demás elocuentes e inspiradores. En el caso de la Iglesia en Colombia, ésta lleva años comprometida en la reconciliación nacional, resignificando las vidas de  las personas que han sufrido por la violencia.

Campaña de Fraternidad del episcopado brasileño

Como cada miércoles de Ceniza inicia en Brasil la Campaña de Fraternidad, iniciativa anual de solidaridad del tiempo de Cuaresma organizada por la Conferencia episcopal brasileña. El tema de este año es: “Fraternidad: Iglesia y sociedad”, inspirada en el versículo bíblico del Evangelio de Marcos en el que leemos que el Hijo del hombre no ha venido para ser servido sino para servir y dar su propia vida en rescate por muchos.

Con este evento se desea “recordar la vocación y la misión de cada cristiano y de las comunidades de fe, a partir del diálogo y de la colaboración entre la Iglesia y la sociedad, propuesta por el Concilio Ecuménico Vaticano II”.

El Papa Francisco recuerda a los católicos brasileños que la Iglesia, en cuanto constituida por aquellos que creen y dirigen su mirada a Jesús, “autor de la salvación y principio de unidad”, no puede ser indiferente a las necesidades de quien está a su alrededor, porque “las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, sobre todo de los pobres y de todos los que sufren, son también las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los discípulos de Cristo».

Una red de parroquias

La Iglesia católica en México es poseedora de la red más amplia de infraestructura: parroquias, capillas, escuelas, hospitales, casas de retiro, etcétera. ¿Qué pasaría si los obispos pusieran en marcha una estrategia nacional que involucrara a todos estos centros en una acción coordinada de trasformación de la realidad de muerte que padecemos? ¿Cuál sería la incidencia social si se pusiera en marcha una campaña que, simultáneamente y de manera permanante, se enfocara a la construcción de la paz, a la prevención de  la violencia? ¿Cuál sería el resultado si todas nuestras iglesias se transformaran en «santuarios de paz», promotoras de vida?

 

 

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