La ignorancia y el ver el tema del abuso sexual como un tabú, son algunos de los factores que pueden facilitar que los niños estén expuestos a ambientes que ponen en peligro su seguridad. Las consecuencias del abuso sexual infantil dejan hondas heridas de por vida.

Pero existen maneras de evitar que esto suceda. La primera y más sencilla es derribar los mitos que surgen frente a este tema. Mitos que lo único que logran es que más niños crezcan en un ambiente vulnerable.

La periodista La periodista Carmen Elena  Villa, de El Pueblo Católico habló con Mary Rodríguez,  instructora de los cursos de «Ambiente Seguro» que ofrece la Arquidiócesis de Denver, en los Estados Unidos.

El mito y la verdad

Muchos piensan que los abusadores sexuales son, en su mayoría, personas desconocidas, lo cual es falso. “En el 70 por ciento de los casos el abuso sexual se da por parte personas muy cercanas a la familia, que se aprovechan de la confianza que tienen con sus padres”, comentó Mary.

También se cree que la mayoría de abusadores son homosexuales. Según Mary “el 79 por ciento de las denuncias son hacia personas que tienen su identidad sexual muy definida y cuyas parejas son o han sido del sexo opuesto”.

Debido los escándalos que han salido a la luz en los últimos años por el abuso sexual de parte de algunos sacerdotes, muchos asocian la enfermedad de la pedofilia con el voto del celibato. “Es falso”, dijo Mary. “El abuso sexual se da en todos los ambientes. Profesores, entrenadores, familiares, papás de los amigos de los hijos”.

Otro mito es pensar que un niño puede mentir cuando realiza este tipo de denuncias. Un estudio realizado sobre reportes de abuso sexual en Denver arrojó que el 53 por ciento de denuncias fueron ciertos, el 43 por ciento fueron inconclusas y solo el 1 por ciento de reportes que vinieron de denuncias narradas por niños, fueron falsos. Es muy improbable que este tipo de hechos entren en las categorías de imaginación de los niños.

Mary manifestó su preocupación por la ignorancia y poca atención a este tema que percibe en la población hispana de Colorado: “Somos muy confiados. Creemos que todos piensan como nosotros. Que si yo no le voy a hacer daño a nadie, tampoco los otros lo van a hacer”.

“Otros prefieren no tocar el tema por vergüenza”.

¿Qué puedes hacer?

La prevención del abuso sexual infantil es un tema en el que todos los ciudadanos somos corresponsables. Los cursos de Ambiente Seguro sugieren para ello tres pasos claves: mirar, actuar y enseñar.

Mirar con quién están nuestros hijos o los niños que tenemos a nuestro cargo. Nunca dejarlos solos con una persona mayor por más confiable que parezca. Los adultos tampoco deben permitir que se les deje a un niño a su cargo, deben buscar estar en compañía de otro adulto. Entre más transparencia haya y menos soledad, existirán más posibilidades de darle a los niños un ambiente seguro.

Actuar cuando percibamos algo sospechoso. Si algún niño que suele ser inquieto y sociable, y de repente se le ve callado o aislado, estar atentos. Puede ser una señal de alarma de que alguien le está haciendo daño. Si señalan a un adulto y dicen “no quiero jugar con él”, investigar las causas de su rechazo.  Actuar cuando se vea un trato de mucha confidencia de parte de un adulto hacia un niño. Siempre se le debe creer a un niño si dice que ha sido abusado o que ha visto un comportamiento extraño hacia alguno de sus compañeros. También actuar si un adulto tiene actitudes sospechosas hacia un niño (si se esconde, si prefiere estar con niños a estar con adultos). Estos son algunos factores que pueden caracterizar al abusador.

La tercera medida es enseñar. Es necesario que los niños aprendan bien cuáles son las partes íntimas de su cuerpo, las que nadie puede tocar. Estas son las que cubre la ropa de baño. Enseñarles que si ven que alguien está tocando a un niño en sus partes íntimas, deben reportarlo a un adulto. Y decirles que no tengan miedo de hacerlo, garantizarles la confianza, prudencia y credibilidad.

 

Una herida difícil de sanar

Los principales signos que presenta un niño abusado son la agresividad, el aislamiento, el sentimiento de culpa, el rechazo hacia las reglas de la casa y el bajo rendimiento académico. Otros signos pueden ser, un repentino miedo hacia los adultos, presentar quejas por actividades que antes disfrutaban y un descuido de la higiene personal.

A largo plazo las personas abusadas pueden manifestar signos de depresión, ideas suicidas, bloqueos mentales, problemas de alcoholismo y drogadicción, desconfianza en Dios, y falta de ilusiones.

Por ello, recibir un entrenamiento de ambiente seguro, nunca será una medida exagerada. Mary Rodríguez asegura que esta experiencia “me abrió los ojos ante una realidad que nunca había visto” y tener los ojos abiertos puede evitar que los niños sufran tragedias que les dejen hondas heridas quizás para toda su vida.

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