Por Antonio MAZA PEREDA | Red de Comunicadores Católicos |

Una revisión somera de los resultados de la prueba PLANEA (Plan Nacional para la Evaluación de la Educación) da resultados más preocupantes que los que han atraído la atención de los medios: la “devaluación hormiga” del peso, la caída del precio del petróleo, la fuga de Joaquin Guzmán o los desfiguros de algunos personajes famosos.

El hecho de que, en promedio, solo el 12.2% de los egresados de preparatoria aprobaron en comprensión de la lectura y solo el 6.4% aprobaron en matemáticas, nos debería tener muy preocupados. A corto y mediano plazo, no se puede ser competitivo como país, con estos resultados. A largo plazo, significa la profundización de la pobreza. Y estos son, recordemos, los egresados de bachillerato. Los mismos que piden, ¡exigen!, que los admitan a las universidades de forma automática. Y luego nos asombra la baja eficiencia terminal de las universidades. Y luego nos extraña que los mejores egresados de las mismas requieran hasta dos años de reentrenamiento cuando los contratan las empresas de clase mundial que operan en México.

Algunos datos por Estado de la evaluación son interesantes y sorprendentes. Puebla y Durango, que no son precisamente de los estados más ricos del País, están entre los cinco primeros lugares en estas evaluaciones. Y el Distrito Federal, en el último lugar en matemáticas y entre los cinco peores en lectura, a pesar de ser una de las entidades federativas con mayor presupuesto y de que no tiene las interrupciones de clases que padecen los estados dominados por los maestros de la CENTE. De hecho, el DF califica peor en ambas pruebas que Oaxaca.

Si, por supuesto, estos son argumentos a favor de la Reforma Educativa. Evaluar a los profesores es un primer paso, pero en sí, solo es el principio. De ahí sigue una recapacitación masiva de todo el profesorado, misma de la que nadie ha hablado. Porque no se resuelve el tema despidiendo maestros. En primer lugar, por justicia: ellos no tienen la culpa de que no hayan sido debidamente capacitados. Y en segundo lugar, porque no hay muchos maestros altamente capacitados y desempleados que vengan a sustituir a los maestros que no aprueben su evaluación. Aun cuando solo el 10% o 20% fueran rechazados.

Pero eso no resuelve el problema de una parte importante de la población económicamente activa, que ya egresó de las escuelas y que ha sido deficientemente capacitada. Porque este desastre educativo no ocurrió en este año; solo se midió hasta ahora. Esto es el fruto de décadas de descuido de la educación y, muy probablemente, si esta evaluación se hubiera hecha hace una década, los resultados hubieran sido iguales o peores.

¿Qué vamos a hacer, como país, para volver a capacitar en esas habilidades clave a la población que ya egresó de las escuelas? ¿Podemos conformarnos con esa situación y esperar a que dentro de 12 años, los egresados de bachillerato, con mejores profesores, ya tengan un nivel decente de lectura y matemáticas? Y conste que estoy siendo optimista: esto supondría que los maestros quedaran capacitados el año próximo.

Esto requiere de un pacto nacional, de una gran alianza de todos los sectores y de todas las tendencias políticas. Un gran proyecto para capacitar masivamente a la población en la comprensión de la lectura y, posiblemente, la comprensión de la palabra hablada. Y, por supuesto, en los conceptos fundamentales de la aritmética y las bases de matemáticas. Será caro y doloroso. Igual que es el rescate de una empresa en quiebra, pero no hay soluciones fáciles ni baratas a problemas crónicos.

Claro, no faltarán los que dirán que esto no hace falta. Son los mismos a los que les conviene la ignorancia masiva, porque hace a la gente fácil de manipular. Porque le conviene a sus intereses políticos, económicos o religiosos. Pero, para el interés general de la Nación, si queremos detener a largo plazo el crecimiento de la pobreza, si queremos prosperar en un mundo cada vez más globalizado y cada vez mejor capacitado, si queremos dejar de competir pagando bajos salarios, no hay otros caminos.

@mazapereda

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