Por Juan GAITÁN |

Ser agente pastoral es una misión importantísima para la vida de la Iglesia (catequistas, animadores juveniles, profesores de religión etc.), pero también es una misión difícil en el mundo de hoy. Por eso conviene preguntarse constantemente por los métodos que utilizamos.

En este texto me propongo presentar tres elementos que, según percibo, no deben faltar en las actividades pastorales, especialmente en las clases de religión o formación en la fe que se imparten sobre todo en las escuelas llamadas “de inspiración cristiana”. Invito al lector a profundizar las consecuencias de estos elementos que comento brevemente, las cuales podrían desarrollarse ampliamente.

 

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Atraer: El cristianismo, antes que ser una doctrina o un conjunto de ritos, es una experiencia de Dios trino, es un camino hacia la vida feliz a través del encuentro con Dios y con los demás. Jesús seducía con su mero estilo de vida. El cristianismo del siglo I se extendió rápidamente porque la gente pensaba: “Yo quiero vivir como ellos”. Posiblemente es el elemento más importante que debe cuidarse en la pastoral. Esto implica la gran responsabilidad de ser testimonio.

Proponer: Jesús es el Camino. La Pastoral ha de comunicar el valiente y explícito “sígueme”. No ha de proponerse como camino ético (los niños ya saben que deben portarse bien, aunque a veces la catequesis la reducimos a eso), sino como una realidad que abarca todas las dimensiones de nuestra vida (lo demás vendrá por añadidura). ¡Es la Buena Noticia de que la existencia tiene sentido y es un sentido feliz!

Enseñar: Se trata del contenido. Una pastoral centrada en el Reino de Dios (como la de Jesús) debe explicar en qué consiste ese Reino y cómo la Iglesia ordena su vida hacia la edificación de éste. Además, la catequesis, dice el Papa, debe ser principalmente kerigmática.

Francisco resume así el kerigma: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte.” (Evangelii gaudium n. 164).

¿Qué pasa cuando falta algún elemento?

Si se enseña el Evangelio y se propone como camino de vida, pero no se muestra atractivo ni seduce, entonces difícilmente los niños y jóvenes se interesarán en desarrollar una vida de fe. En cuanto deje de ir a la catequesis, al grupo juvenil o a la clase de Religión, lo olvidará todo. Jesús no fue un adoctrinador, sino un hombre de contacto profundamente amoroso con las personas.

Si se enseña el contenido de la fe de una manera atractiva, pero no se propone, no se invita explícitamente a vivirla con pasión, la catequesis será recordada simplemente como una buena clase más, así como buenas clases hay de Matemáticas, Español o Ciencias Naturales. ¡El Evangelio no puede ser una clase más!

Si se atrae y se propone la fe, pero no se enseña su contenido, entonces será una fe débil. El cristianismo tiene contenidos concretos (el kerigma y el Reino de Dios primero). Un joven seducido y que acepta el llamado de Dios busca abrazar, pero es necesario enseñar a quién se está abrazando.

La pastoral sin duda es una misión maravillosa, sabrosa y retadora, por lo que requiere repensarse y evaluarse continuamente para mantener la fidelidad a Dios que es Abbá, que es Buena Noticia y que es fuego apasionante.

 

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