MISIONES SALESIANAS |

El superior de los Salesianos en Oriente Medio, Abuna Munir El Rai, relata la experiencia que le ha supuesto convivir con los desplazados y los refugiados cristianos en su último viaje a Siria. Transmite sufrimiento y tragedia pero también esperanza y alegría por el trabajo que los misioneros realizan con la población, especialmente con los jóvenes, en medio de un conflicto que dura ya cuatro años y medio.

El padre Munir El Rai inició su visita a Siria a finales de junio en Kafroun, muy cerca de la frontera con el norte del Líbano. A esta zona, teóricamente aislada de la guerra, llegan personas procedentes de ciudades más castigadas como Homs, Damasco o Alepo. El Inspector salesiano cuenta cómo le ha enriquecido la experiencia junto a la población desplazada: «La escucha es un signo de cercanía, de apoyo moral y espiritual. Esta experiencia me ha hecho crecer profundamente como salesiano».

La comunidad de Kafroun está abierta a todo el mundo. Los jóvenes pueden disfrutar de actividades del llamado Verano Joven que les ayudan a recuperar la alegría y tampoco falta el acompañamiento religioso, que alimentan el espíritu de tantas personas afectadas física y moralmente por la guerra pero con un enorme deseo de vivir. Tal como cuenta el salesiano, «la eucaristía dominical, con la participación de más de 700 personas, se vive como un bellísimo momento de recogimiento y comunión».

Damasco, la capital del país, fue el último destino del Inspector de Oriente Medio en su visita a Siria entre los meses de junio y agosto. Allí se encontró con las comunidades de Salesianos y de Hijas de María Auxiliadora y también pudo comprobar cómo se atiende a los 900 jóvenes que vienen de distintos puntos de la ciudad.

La situación en la capital siria empeora cada día. La falta de suministros empieza a ser frecuente en muchos hogares y obliga a abandonar sus casas a miles de personas, que llegan como refugiados a Europa y a otros lugares.

En medio de este desolador escenario, el padre Munir El Rai recordó a los jóvenes las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en su visita a Valdocco con motivo del Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco: «Los Salesianos me han ayudado a afrontar la vida sin miedo ni obsesiones, a seguir adelante en la alegría y la oración. Educad a los jóvenes a no tener miedo. No olvidéis la característica de un verdadero oratoriano: la alegría. Y con esta alegría, buscad y amad a Jesús para encontrarlo todos los días».

El Inspector de Oriente Medio destaca en su comunicado dos actividades organizadas por la comunidad salesiana de Damasco. Por un lado, el voluntariado para jóvenes, que, en medio de la crudeza de la guerra, acuden a ofrecer su ayuda a los habitantes de los barrios más peligrosos de la ciudad. Por otra parte, la experiencia vocacional Ven y Verás, orientada también a los jóvenes.

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