Por Fernando PASCUAL │

 

Lecturas y películas, canciones y diálogos, momentos de reflexión personal y textos recibidos en Internet.

Cada día llegan muchos mensajes a mi vida. Luego, algunos van más a fondo, permanecen largo tiempo, cambian mi manera de ver las cosas.

¿Qué llevo en mi corazón? ¿Cuáles son las ideas que dominan? ¿Qué frase resuena “allá adentro” en un momento de peligro o ante una noticia maravillosa?

La vida está llena de sorpresas, o transcurre entre una monotonía que puede desgastarme. Pero no importa tanto lo que pasa, sino la manera de afrontar cada encuentro, cada noticia, cada trabajo.

Por eso es tan importante abrirme a ideas buenas, verdaderas, bellas, para poder ver el mundo y la vida con una perspectiva más justa y sana.

Entre esas ideas buenas destaca especialmente el mensaje de Jesús, Hijo del Padre e Hijo de María, Hermano nuestro y Salvador del mundo con la fuerza de la misericordia.

Hoy puedo abrirme a su Evangelio, acoger su Palabra, reflexionar sobre mi pasado, mi presente y mi futuro desde lo que hizo y enseñó aquel humilde y paciente Maestro venido desde el cielo y desde Galilea.

Así podré limpiar el corazón de ideas engañosas, egoístas, que intentan encadenarme a la mentalidad de este mundo. Y me abriré a las ideas más hermosas: las que me invitan a amar a Dios y a los hermanos, las que dan sentido a la vida presente y nos acercan al Reino de los cielos…

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