Por Francisco Xavier SÁNCHEZ |
La noche del 26 al 27 de Septiembre del presente año recordaremos el primer año de la “desaparición misteriosa” de 43 jóvenes, que se preparaban para ser maestros rurales en Ayotzinapa, Guerrero. Un caso no excepcional sino cada vez más común y corriente en la vida de nuestro maltratado y agonizante país. Un caso que tuvo la suerte de haber sido tomado, con ahínco y perseverancia, por los padres de los mismos normalistas que desde esa fecha hasta ahora no han dejado de presionar nacional e internacionalmente para que se esclarezca lo allí ocurrido.
¿Cuántas muertes violentas (asaltos, secuestros, extorsiones, torturas, etc.) han ocurrido en México en los últimos años? Nadie (sólo Dios) sabe la cifra exacta. ¿Qué es por tanto lo particular de lo ocurrido en Ayotzinapa? Considero que no es solamente el gran número de muertos: 43; ya que desgraciadamente hemos tenido otras masacres masivas en nuestro país: Acteal, San Fernando, Guardería ABC, por citar sólo algunos nombres tristemente célebres de violencia en México. Me parece que lo que convierte a Ayotzinapa en un caso paradigmático de la violencia en nuestro país son varios factores reunidos en ese caso concreto: 1). El narcotráfico ligado a la corrupción policial y política; 2). La impunidad que prevalece en nuestro país; y 3). El ocultar la verdad y tomar al pueblo como imbécil.
Gracias a la presión no sólo nacional sino internacional se creó una Comisión Internacional de investigación sobre lo ocurrido esa noche en Ayotzinapa, Comisión que recientemente ha desmentido la versión oficial (la verdad histórica) dada por la PGR en la voz de su en aquel entonces director, el Sr. Murillo Karam.
Pasamos por momentos muy difíciles en nuestro país ligados a la ineptitud y complicidad de nuestros dirigentes políticos (muchos de ellos coludidos con el crimen organizado). ¿Qué hacer como cristianos?
- Mantenernos informados a través de medios veraces, muchos de ellos internacionales y por las redes sociales, sobre lo que está pasando realmente en nuestro país.
- Formar (como padres de familia, catequistas, sacerdotes, lideres parroquiales, etc.) una conciencia crítica, fraterna y solidaria sobre lo que significa: no robar, no mentir, no matar.
- Participar (mediante firmas, manifestaciones, etc.) en actos que busquen la justicia y la democracia en nuestro país.
- Apagar la televisión para poder estudiar, reflexionar, orar y actuar, con mayor lucidez y compromiso cristiano