Por primera vez en la historia, este martes 13 de octubre, se ha celebrado una Misa totalmente en náhuatl, idioma que habló la Virgen de Guadalupe en su diálogo con Juan Diego. Era «una deuda que teníamos», señaló monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas y presidente de la Comisión para la Cultura de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM). «Perdónenos por el olvido al que los hemos condenado. Perdónenos por no darles el lugar que Dios y la Virgen les han dado. Perdónenos por no valorarlos como lo hizo nuestra Madre de Guadalupe», dijo el preldo a los cientos de indígenas del pueblo náhuatl presentes en el recinto mariano.

El obispo Arizmendi señaló que es «una vergüenza, una injusticia, que hasta ahora el pueblo náhuatl no tenga una Biblia católica, aprobada por la Conferencia Episcopal», aunque reconoció que se han hecho esfuerzos aislados, «por parte de agentes de pastoral que tienen un corazón sensible a los derechos del pueblo», para tal fin. Sin embargo, acusó que estos esfuerzos han topado con «la incomprensión de presbíteros, religiosas, del mismo pueblo y aún de algunos obispos. Les dicen que para qué pierden su tiempo, que eso para qué sirve, que esos idiomas están condenados a desaparecer, ante la invasión de la neocultura globalizante y uniformante. Que el Señor nos perdone este grave pecado de omisión».

«De igual manera, es una pena que aún no tengamos una traducción oficialmente autorizada para las celebraciones litúrgicas en náhuatl, de todos los sacramentos, particularmente de la Santa Misa. Hemos dado los primeros pasos para ello, pero aún nos falta mucho camino por recorrer. Hace poco más de cuatro años, aquí mismo, a las plantas de nuestra Madre, con el trabajo arduo y sacrificado de los traductores de diversas diócesis y congregaciones religiosas, empezamos la elaboración de los textos litúrgicos que hoy utilizamos», expresó Don Felipe.

El pastor de San Cristóbal dijo que «Dios quiere hablar a los pueblos en su propio idioma. Del arameo y del hebreo, se sintió la necesidad de traducir la Biblia al griego, y luego al latín, que era lo que hablaba la mayoría de la gente donde se iba estableciendo la Iglesia. Después, la Biblia ha pasado a los diversos idiomas del mundo. Desde hace cincuenta años, el Concilio Vaticano II ordenó que la Biblia y la liturgia se hicieran en los idiomas de los pueblos. Pero parecía que lo que hablan los pueblos originarios no mereciera la categoría de un idioma».

Enfatizó que es de lamentar que «hayamos tardado tanto en sentir la necesidad de que la Palabra de Dios se traduzca a los idiomas de nuestros pueblos, y que las celebraciones litúrgicas, en que Dios quiere acompañar a sus hijos, se comprendan y se vivan en la propia cultura». Y recordó que al respecto, dice el Documento de Aparecida: “Como Iglesia, que asume la causa de los pobres, alentamos la participación de los indígenas y afroamericanos en la vida eclesial. Vemos con esperanza el proceso de inculturación discernido a la luz del Magisterio. Es prioritario hacer traducciones católicas de la Biblia y de los textos litúrgicos a sus idiomas”

Monseñor Felipe declaró enfático que «Dios sembró aquí la cultura náhuatl, y sería una irresponsabilidad de nuestra parte dejarla perder. La Iglesia, a pesar de sus limitaciones y errores del pasado y del presente, quiere estar cerca de estos pueblos, amenazados en su misma existencia. Tienen valores en los que, como ha dicho el Papa Francisco, “hay que reconocer mucho más que unas «semillas del Verbo», ya que se trata de una auténtica fe católica con modos propios de expresión y de pertenencia a la Iglesia. Una cultura popular evangelizada contiene valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más justa y creyente, y posee una sabiduría peculiar que hay que saber reconocer con una mirada agradecida” (EG 68).

El residente de Cultura de la CEM señaló que el pueblo náhuatl necesita esperanza. «Es lo que nuestros pueblos originarios necesitan: esperanza. Tienen historia, tienen cultura, tienen presente y tienen futuro. No están condenados a desaparecer. No tienen por qué avergonzarse de su riqueza cultural. Animémoslos a valorar lo que Dios y la Virgen quieren para ellos. No son desechos en nuestro país. No son descartables. No son signo de atraso. Son esperanza. Tienen mucho que aportar a la sociedad. Dios, la Virgen y la Iglesia los necesitamos. Mexico no es México sin ellos. Ellos somos nosotros».

La misa, presidida por el arzobispo de Puebla, Mons. Víctor Sánchez, Presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Bíblica, y se desarrolló en un ambiente festivo, propio de la cultura náhuatl, con cánticos en su lengua y danzas rituales.

 

 

 

 

Por favor, síguenos y comparte: