Por Felipe MONROY, Director de Vida Nueva México |

Aún sin una comunicación de fuente oficial por parte de la Santa Sede que confirme la visita del papa Francisco a México prácticamente todos los sectores eclesiales, sociales y políticos organizan sus agendas para que del 13 al 20 de febrero del 2016 puedan participar de la presencia del pontífice argentino en tierra mexicana.Sin el anuncio oficial, tampoco se conocen los lugares por los que andará el papa Francisco; y, sin embargo, es básicamente un hecho que la Ciudad de México y Morelia acogerán al líder religioso en una agenda que, anticipan algunas fuentes, incluirá la frontera sur o la frontera norte del país.

Todos saben que la cuestión migratoria es un tema de mucho interés para el papa Bergoglio y desde años atrás se ha dibujado la necesidad de que él mismo acuda a aquellos lugares donde la movilidad humana y la migración forzada muestran sus más terribles despojos. Cuando se trabajaba la agenda preliminar para su viaje de este año a Estados Unidos se perfiló que Francisco entrara en el país del sueño americano por el mismo lugar donde cientos de miles de migrantes latinos lo hacen arriesgando su vida. La frontera norte de México fue el escenario lógico para que Francisco denunciara lo que al final ha hecho desde la tribuna del Congreso norteamericano y ante el pleno de las Naciones Unidas.

En esto reside la difícil decisión sobre el destino fronterizo que el papa Francisco visitaría en febrero próximo. La frontera norte (Ciudad Juárez específicamente) es la apuesta del gobierno mexicano para montar un discurso nacionalista sobre las palabras humanitarias de Bergoglio. Desde el lado mexicano del muro fronterizo el discurso es obvio, se reiteraría en el reclamo de los pueblos de México y Centroamérica a la reforma migratoria estadounidense y se insistiría en reivindicar la labor de los migrantes en EEUU. Nada, sin embargo, que el Papa no haya dicho ya en la cara al pueblo gringo.

La apuesta de la Iglesia es la frontera sur. El drama migratorio allí parece ser más brutal y salvaje. La cruda realidad de esta brecha fronteriza es que tanto del lado centroamericano como del mexicano se sufre el mismo olvido y la misma lacerante pobreza. Los migrantes centroamericanos padecen tratos inhumanos y vejaciones terribles. Al gobierno no le entusiasma la idea de que se evidencie en voz de los defensores de migrantes los errores del Plan Frontera Sur recientemente puesto en marcha. Entre los obispos, sin embargo, algunos cederían a favor de la administración de Peña, por ejemplo, el titular de la Comisión de Pastoral Migratoria.

A estas alturas todo está de decidido, Estado e Iglesia esperan a que en los próximos días el encargado de los viajes pontificios, Alberto Gasbarri, comunique los deseos y las decisiones del Papa. Habrá sorpresas, según afirman desde el Vaticano y no se descarta la posibilidad de que Bergoglio pise tierra en otra nación. Lo que sí se puede anticipar es que además de el rigor protocolar que impulsen las autoridades, Francisco se hará espacio para encontrarse con víctimas, con despojados, con miembros del pueblo traicionado y descartado. Nadie se está peleando a estos hombres y mujeres de la minoridad y de las periferias, a no ser que piensen en ellos como masa o como audiencia. Veremos qué sucederá durante la Asamblea 100 de obispos mexicanos, el 9 de noviembre los consejos de presidencia y permanente decidirán detalles de la visita y el miércoles 11, en el pleno, se certificarán las responsabilidades que los anfitriones y los titulares de comisiones asumirán para las semanas próximas. Hay un tema que preocupa mucho: 25 obispos han cumplido dos periodos consecutivos de servicio y habrá que elegir nuevos titulares. Entre los relevos impostergables está, ni más ni menos, el del tesorero general.

@monroyfelipe

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