«También en la Iglesia hay quienes, en vez de servir, de pensar en los demás, de sentar las bases, se sirven de la Iglesia: los trepadores, los aferrados al dinero. Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto así». El Papa Francisco lo dijo en la homilía de la Misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, al comentar sobre las dos figuras de «siervos» presentes en la liturgia de hoy, para advertir contra la tentación de «una doble vida»: hacerse ver como uno que sirve, cuando en realidad se sirve de los otros.

En la misa de hoy, Francisco, recordando el «radicalismo» del Evangelio ha advertido sobre una «iglesia tibia» llamando a servir y no a ser una «máquina de hacer dinero». Por ello, el Papa ha partido de la figura de san Pablo, que «lo dio todo al servicio, siempre». Una grandeza que venía de Jesús y «se jactó de servir, de ser elegido, por tener el poder del Espíritu Santo». Era el siervo que servía, «administraba, preparando el escenario, anunciando a Jesucristo» y «nunca se encerró para tener el beneficio de un puesto, de una autoridad, de ser servido. Él era un ministro, siervo para servir, no para servirse».

En el Evangelio, entonces, el Señor nos muestra la imagen de otro siervo, «que en lugar de servir a los demás se sirve de los demás». Y «también leemos lo que hizo este siervo, con cuánta astucia se movió, para permanecer en su puesto». «También en la Iglesia hay quienes, en lugar de servir, de pensar en los demás, se sirven de la Iglesia: los trepadores, los apegados al dinero. Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto así. Es triste decirlo ¿no? La radicalidad del Evangelio, la llamada de Jesucristo: servir, estar al servicio de, no detenerse, ir más allá, olvidándose de sí mismos. Y la comodidad del estatus: he logrado un estatus y vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos, de los que habla Jesús, que se paseaban en las plazas, haciéndose ver por los demás».

Dos imágenes, ha reanudado Francisco: «Dos puntos de vista de cristianos, dos imágenes de sacerdotes, dos imágenes de monjas. Dos imágenes». Y Jesús ha reiterado, «nos hace ver este modelo en Pablo, esta iglesia que nunca se detiene», que «siempre va hacia adelante y nos hace ver que ése es el camino»:

«Sin embargo, cuando la Iglesia es tibia, ensimismada, incluso con afán de negocios sin escrúpulos, no se puede decir que es una Iglesia que ministra, que está al servicio, sino que se sirve de los demás. Que el Señor nos de la gracia que le dio a Pablo, ese punto de honor de ir adelante siempre, renunciando a las comodidades tantas veces, y que nos salve de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como ministro, como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los demás».

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