En el Regina Caeli, el pontífice denuncia el ataque terrorista en Pakistán que ha provocado 72 muertos y trecientos cincuenta heridos “en su mayor parte familias de la minoría cristiana”. Oración por las víctimas y pedido a la autoridades” para que realicen todo esfuerzo para den seguridad y serenidad a la población y en particular a las minorías religiosas más vulnerables”. La alegría pascual es porque “La vida ha vencido a la muerte”. “Si Cristo resucitó, podemos mirar con los ojos y el corazón nuevos a cada evento de nuestra vida, también a los más negativos”.

Un “execrable atentado, que provocó la masacre de tantas personas inocentes”: así el Papa Francisco calificó hoy al atentado sucedido ayer en Lahore, que provocó setenta y dos muertos y trescientos cincuenta heridos. Las víctimas, continuó el pontífice son “en su mayoría familias de la minoría cristiana- especialmente mujeres y niños- reunidos en un parque público donde transcurrían la jornada en la alegría de las festividad pascual”.

La condena de la violencia terrorista siguió a la recitación con los peregrinos que estaban en la plaza de san Pedro del Regina Caeli, la oración mariana que substituye al Ángelus en el tiempo pascual. El Papa luego agregó: “Deseo manifestar mi cercanía a cuántos fueron afectados por este crimen vil e insensato e invito a rezar al Señor por las numerosas víctimas y por sus seres queridos. Pido a las Autoridades civiles y a todas las componentes sociales de aquella nación, para que realicen todo esfuerzo para dar seguridad y serenidad a la población y en particular a las minorías religiosas más vulnerables. Repito una vez más que la violencia y el odio homicida conducen solamente al dolor y a la destrucción; el respeto y la fraternidad son el único camino para alcanzar la paz. La Pascua del Señor suscite en nosotros, en manera aún más fuerte, la oración a Dios, para que se detengan las manos de los violentos, que siembran terror y muerte y en el mundo puedan reinar el amor, la justicia y la reconciliación”.

“Roguemos- agregó hablando libremente- por todos los muertos de este atentado, por sus familiares, por las minorías cristianas y étnicas de esta nación” y ha invitado a los peregrinos a recitar un Ave María juntos.

Precedentemente, el Papa Francisco subrayó una vez más el sentido de la “alegría pascual”. “La vida- dijo- ha vencido a la muerte. ¡La misericordia y el amor han vencido sobre el pecado! Necesitamos de la fe y de la esperanza para abrirnos a este nuevo y maravilloso horizonte. Dejémonos invadir por las emociones que resuenan en la secuencia pascual: “Sí, estamos seguros. Cristo realmente resucitó”. Esta verdad marcó en modo indeleble la vida de los Apóstoles que, después de la Resurrección, advirtieron de nuevo la necesidad de seguir a su Maestro y recibido el Espíritu santo, fueron sin miedo a anunciar a todos cuánto habían visto con sus ojos y personlamente experimentado”.

En este Año Jubilar-continuó- estamos llamados a redescubrir y a recibir con particular intensidad el confortante anuncio de la resurrección: “¡Cristo, mi esperanza ha resucitado! Si Cristo resucitó, podemos mirar con los ojos y el corazón nuevos a cada evento de nuestra vida, también a aquellos más negativos. Los momentos de obscuridad, de fracaso y de pecado pueden transformar y anunciar un camino nuevo. Cuando hemos tocado el fondo de nuestra miseria y de nuestra debilidad, Cristo resucitado no da la fuerza para levantarnos. Si nos confiamos a Él, ¡su gracia nos salva! El Señor crucificado resucitó es la plena revelación de la misericordia, presente y operante en la historia. He aquí el mensaje pascual que resuena también hoy y que resonará por todo el tiempo de Pascua hasta Pentecostés”.

“Testigo silencioso de los eventos de la pasión y de la resurrección de Jesús- concluyó- fue María. Ella estuvo de pie junto a la cruz: no se doblegó frente al dolor, sino que su fe la hizo fuerte. En su corazón destruido de madre siempre permaneció la llama de la esperanza. Pidamos a Ella que también nos ayude a nosotros a recibir en plenitud el anuncio pascual de la resurrección, para encarnarlo en lo concreto de nuestra vida cotidiana. La Virgen maría nos done la certeza de fe que cada paso sufrido en nuestro camino, iluminado por la luz de la Pascua, se convertirá en bendición y alegría para nosotros y para los otros, especialmente para cuántos sufren a causa del egoísmo y de la indiferencia. Invoquémosla, en todos lados, con fe y devoción, con el Regina Caeli”.

Al final, el pontífice quiso que todos repitiesen tres veces una frase de la liturgia: “¡Cristo, mi esperanza, resucitó”. E invitó a los fieles que lean en estos días algún paso del Evangelio que trate de la narración de la Pascua.

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