Misiones salesianas |
Cuarenta y ocho chicos de la calle se han podido reunir por fin con sus respectivas familias. Los beneficiados, de edades comprendida entre los 8 y los 15 años, han sido recuperados de las calles de Freetown e insertados tras un proceso de recuperación de ocho meses gracias a los Salesianos.
El secreto de este proceso de recuperación, desarrollado en Don Bosco Fambul, consiste en su propuesta integral: atender sus necesidades básicas (alimento, vestido, un lugar seguro para dormir), junto a una atención personalizada desde el punto de vista médico, psicológico, pedagógico, social y espiritual. Este proceso gradual comprende educación formal, juegos diarios, deporte, música, canto, teatro, danza, trato personalizado directo, hábitos de salud, normas de convivencia, oración…
Mientras esto ocurre en el centro salesiano Don Bosco Fambul de Freetown, el equipo de educadores, trabajadores sociales y psicólogos contacta con los padres y demás familiares en numerosas ocasiones antes del reencuentro final para preparar un clima propicio de acogida.
Los salesianos y un amplio equipo asistencial y de voluntarios salen a diario a la calle por la noche para rescatar a menores que viven calles y llevarlos a Don Bosco Fambul.
Durante la festiva jornada del reencuentro, celebrada la semana pasada, los padres de los muchachos y el Centro Don Bosco firmaron un acuerdo para garantizar un ambiente seguro para el menor -alimentación correcta, educación, ausencia de castigos corporales…- que les permita continuar su crecimiento personal. Los asistentes sociales, además, continuarán visitando con regularidad a los muchachos en su nuevo ambiente familiar hasta que acaben la escuela secundaria.
Además, durante este mes de septiembre, cinco salesianos y 25 personas, entre asistentes sociales y personal juvenil de la obra Don Bosco Fambul, están recorriendo las calles de diferentes zonas de la capital de Sierra Leona, Freetown, desde las ocho de la tarde hasta las 3 de la madrugada para entrar en contacto con los muchachos que viven en ellas.
A través de cuestionarios se les realizará una valoración más profunda de la realidad en la que viven estos muchachos, unos meses después de que la epidemia de ébola haya sido declarada concluida.
Entre octubre y diciembre se realizará una experiencia de recuperación con un grupo de 30 muchachos que viven en condición de alto riesgo en la calle cuyo fin es acelerar el proceso de la reintegración de los muchachos en sus familias biológicas o a través de otras formas de acogida.
EL CENTRO DE LOS HIJOS PRÓDIGOS
Más de 3.000 menores han sido salvados de vivir en las calles de Freetown y, en la mayoría de los casos, han regresado con sus familias desde 1998. Ese año, un misionero salesiano comenzó un programa de recogida de menores,adolescentes y jóvenes para ofrecerles una comida caliente, un baño, un lugar donde dormir y ropa limpia.
Cada año, un grupo de entre 50 y 70 menores con edades que van desde los 8 hasta los 15 años convive durante casi 9 meses en Don Bosco Fambul antes deregresar con sus familias. Llegan con laley de la calle en sus rostros, con laviolencia en sus formas y en el lenguaje, «pero poco a poco van aceptando horarios, normas de convivencia y convenciéndose de que en el centro no tienen que sobrevivir como en la calle porque a todos se les trata igual y tienen cubiertas sus necesidades básicas», asegura un misionero salesiano.
La familia de Don Bosco, que es lo que significa Fambul, está formada por trabajadores sociales y, sobre todo, pormuchos jóvenes voluntarios que en su día pasaron por el centro y decidieron regresar para ayudar a otros muchachos como ellos. Entre todos están pendientes de los chicos las 24 horas del día, y también salen a la calle a evaluar nuevos casos, visitan a las familias y siguen un proceso de orientación con los menores hasta que superan sus traumas y sus miedos.
Los menores deben aprender horarios, a respetarse, a preocuparse los unos por los otros y a ser autónomos. Ellos mismos preparan el desayuno, limpian, reciben clases, tienen juegos, talleres de baile, música o deporte y también hay un tiempo de orientación personal y grupal,asambleas conjuntas para corregir comportamientos, escuchar la radio, ver una película y rezar. Siempre, en toda actividad, el menor está en el centro de todo.